La estrategia electoral del Frente de Todos: ¿Sólo importa la Provincia de Buenos Aires?

Las encuestas que circulan en el Frente de Todos han encendido las luces de alarma. Sobre todo, en la Provincia de Buenos Aires. En todas ellas se destaca la preocupación y el descontento no ya de los encuestados en general, sino de los votantes tradicionales de la coalición gobernante. El conurbano bonaerense, su principal capital político, está siendo arrasado por la pandemia, la inflación y el desempleo. ¿Cómo retener al menos a este segmento de la población? Ese es el principal interrogante que se formula la dirigencia, ya que sin ese punto de partida será imposible aspirar a recuperar a los votantes menos consecuentes.
En el resto de las provincias las cosas están más claras. La elección legislativa misionera que abrió el año electoral demostró que hay que dejar el tema en manos de los Gobernadores que son aliados o que forman parte del Frente de Todos. La lista de la Cámpora aliada con un partido provincial apenas sumó el 14 por ciento de los votos en la provincia litoral. Un papelón.
Así como en las provinciales es mejor que el Gobierno Nacional no se meta, en las nacionales buscará tener alguna clase de injerencia en la definición de las listas, evitando la presión de Cristina y de la Cámpora, que llevó a la ruptura en Córdoba. En Santa Cruz y en Mendoza el cristinismo pisa fuerte y tiene la sartén por el mango dentro del Frente de Todos. En el resto, Alberto Fernández dispuso que sus ministros Gabriel Katopodis y Eduardo “Wado” de Pedro recorran el país, con la supervisión de Santiago Cafiero.
La estrategia electoral así definida es bastante clara. Dejar en manos de las fuerzas políticas aliadas la definición de la composición de las listas –tales serían los casos de Misiones, Neuquén, Córdoba o Santiago del Estero-, negociar en la medida de lo posible con algunos gobernadores –sobre todo con los más débiles, como Mariano Arcioni en Chubut- la inclusión de candidatos próximos al Gobierno Nacional, y tratar de tener mayor peso en la definición de la interna en las provincias en las que el Frente de Todos está en la oposición. El caso más resonante es el de Corrientes, donde “Juanchi” Zabaleta fue designado interventor del PJ y está tejiendo acuerdos y combinaciones sin pausa.
Ante semejante diversidad de situaciones, la unificación de un discurso de campaña que vaya más allá de la condena a la oposición no es tarea sencilla. Con las críticas a Mauricio Macri no alcanza. Tampoco con las frases ingeniosas, como la de Victoria Tolosa Paz, quien denominó a la coalición adversaria como "Juntos por el cambio de domicilio". Es necesario que la población argentina en conjunto experimente una mejora significativa antes de las PASO, para renovar el contrato con sus representantes. Sobre todo, en el conurbano.
En la división de compètencias electorales, quedó claro que la Provincia de Buenos Aires es competencia exclusiva de Cristina Fernández de Kirchner. Allí impera la Jefa. Ella repartirá lugares y definirá los nombre. El Gobierno Nacional deberá mantenerse a conveniente distancia.
En las cercanías del presidente impera la queja. Siendo el único de los actores de primera fila que aún mantiene un 40 por ciento de imagen positiva en el Conurbano, Alberto Fernández ha sido excluido. Con un agregado: "Si perdemos, ella dirá que fue porque no se avanzó a fondo con lo que ella pensaba. Y si ganamos, fue porque ella fijó las pautas de campaña."-confió un allegado de su círculo más estrecho.
Alberto siente la presión y ya decidió cerrar los oídos a las sugerencias y críticas que recibe constantemente. "Basta; pase lo que pase, yo soy el que se está jugando el pellejo y es mí presidencia."-estalló en su círculo áulico. Está desbordado.
En este contexto, el interrogante consiste en dos cuestiones: cuál será el discurso para encarar el proceso electoral y quiénes serán los candidatos en la Provincia de Buenos Aires. Uno de los candidatos señalados para encabezar la lista es Sergio Berni, quien tiene una alta imagen pero que descarta tal designación, ya que se niega a bajar el tono de sus críticas al Gobierno Nacional y a defender al presidente.
Victoria Tolosa Paz ambiciona ocupar este lugar, y por ese motivo ha radicalizado su discurso, tratando de obtener el favor de Cristina. Las conexiones de su marido, José “Pepe” Albistur, le franquean cotidianamente el acceso a los principales medios. Sin embargo, aunque la vicepresidenta vea con agrado este rito de pasaje de la dirigente platense, no termina de confiar en esta súbita transformación y evalúa las señales de desagrado que constantemente le llegan de la capital provincial. El Instituto Patria no se ha revelado –jamás lo haría-, pero el malhumor se percibe a distancia. Y Cristina lo sabe.
La elección bonaerense es percibida como el combate principal en la disputa nacional. En el Gobierno Nacional no parecen importar los demás resultados, ya que confían en los gobernadores y saben que –a excepción de Entre Ríos o de Santa Fé- no se producirán grandes cambios. Pero en la Provincia de Buenos Aires vota el 40% de la población argentina y es la base sobre la que se sostiene la coalición del Frente de Todos. Por esta razón, muchos de los candidatos que se evalúan son funcionarios nacionales de primera línea. El gobierno de Alberto Fernández juega su futuro allí, con la paradoja de que no podrá meter baza en la definición de las listas.
Los pocos ministros nacionales que se animan a sacar la cabeza para defender la gestión no quieren saber nada con ser incluídos en las boletas, ni siquiera como candidatos “testimoniales”, ya que saben que eso dejaría preparado el terreno para su recambio. Tal son los casos de Santiago Cafiero, Gabriel Katopodis, Matías Kulfas y Martín Guzmán. Otros, como Matías Lammens o Sabina Fréderic aceptarían “si lo pide el presidente”. No pueden exigir demasiado en vista de su impericia y de la presión de algunos intendentes del Conurbano que pretenden reemplazarlos.
Otros nombres que circulan son los de Daniel Scioli, Fernanda Vallejos –quien debe renovar su banca- o Martín Insaurralde. Son casos diferentes. Scioli declara que prefiere mantener su cargo como Embajador en Brasil, a la espera de una convocatoria para hacerse cargo de la Cancillería, que llegaría de un momento a otro. Al fin y al cabo, es el embajador más exitoso de la Argentina en décadas y tiene una empatía llamativa con la sociedad. Es, sin dudas, el mejor de los candidatos que podría presentar el Frente de Todos, tanto en Provincia como en la CABA. Y, más allá de sus negativas públicas, sabe que una victoria en la Provincia como cabeza de lista lo pone en las gateras para tratar de concretar su sueño presidencial en 2023. Daniel no se ha resignado: sigue persiguiendo esa meta.
Insaurralde ya fue la cabeza de la lista de Cristina en el pasado, y no vería con desagrado su proyección a la escena nacional. Finalmente Vallejos es Cristina. Si la radicalización termina siendo la clave de la campaña, ella sería la opción, repitiendo su postulación como cabeza de lista en 2017. Una lista encabezada por Vallejos y Berni, en cualquier orden, sería una clara señal de ruptura con el Gobierno Nacional.
Salvo que -como sostienen Lilita Carrió o Santiago Cúneo-, finalmente Cristina decida encabezar ella misma la lista, para tomar distancia del Gobierno Nacional y dedicarse a organizar desde la Cámara de Diputados la candidatura de Axel Kicillof para 2023.
Tanto las opciones de Vallejos o de Berni, y mucho más aún la poco probable de Cristina como cabezas de lista implicarían un verdadero salto al vacío que haría tambalear al diletante Gobierno Nacional. Este último es el escenario que más teme Alberto Fernández. Ante esta advertencia formulada por un allegado fue que respondió irritado: "Basta; pase lo que pase, yo soy el que se está jugando el pellejo y es mí presidencia." Nunca estuvo más acertado.