Panorama Político Nacional
Interna

El Pacto de Impunidad

A menudo algunos comunicadores mencionan, de manera solapada, la existencia de un Pacto de Impunidad donde figura Alberto Fernández. (Dibujo: NOVA)

A menudo algunos comunicadores mencionan, de manera solapada, la existencia de un Pacto de Impunidad entre Mauricio Macri y Alberto Fernández. Sin embargo, nunca avanzan al respecto. ¿Existe realmente ese pacto? ¿Son esos dos los únicos firmantes?

Lo primero que debe averiguarse es la fecha de ese Pacto. ¿Se firmó –tal como sostienen algunos- entre las PASO y el acceso a la presidencia de Alberto Fernández? ¿O data de mucho antes? ¿Tal vez del último tramo de la Presidencia de Cristina Fernández, cuando se dedicó sistemáticamente a debilitar a su propio candidato para garantizar una derrota en las urnas que sigue rodeada de la aureola de un fraude?

Muchos de los funcionarios de Cristina y de Néstor Kirchner fueron a la cárcel, con juicios escandalosos y sentencias sostenidas sobre pruebas inventadas y aprietes diversos. Cristina no. Tampoco movió un dedo, en su momento, para evitar que le quitaran los fueros a Julio De Vido. Más bien avaló el procedimiento. La mayoría sigue en prisión, efectiva o domiciliaria.

¿Podría estar al margen de una eventual asociación ilícita que incluía a varios de sus funcionarios? ¿De Vido era una especie de Al Capone que operaba a voluntad dentro del tejido del kirchnerismo, celebrando los negocios más oscuros a espaldas de la presidenta? ¿Por qué razón cuando intentó renunciar a causa de la pésima relación que mantenía con ella se le advirtió que del ministerio sólo saldría para ir a la cárcel o con los “pies para adelante”?

Pese a lo sucedido, Cristina también obtuvo sus fueros como senadora en 2017, a costas de dividir al peronismo provincial, lo que finalmente favoreció el triunfo electoral y la consolidación legislativa de Cambiemos. Mientras tanto, su propia situación judicial seguía deteriorándose. Hasta que en 2019 tomó la determinación de “derrotar a Mauricio Macri, proponiendo como candidato presidencial a Alberto Fernández.

¿Fue esta una inspiración genial o, simplemente, una prueba de su disciplinamiento al poder real para mantenerse en libertad vigilada? Cada tanto aparece para recordar que aún mantiene cierta capacidad de impacto. Pero ni el curso de las políticas económicas, ni el empantanamiento de la reforma judicial, ni la prometida auditoría sobre el endeudamiento y los manejos financieros del macrismo registran avance alguno. Más aún, la mayoría de las acciones reivindicatorias no han tenido lugar, y el gobierno de Alberto Fernández se ha ganado, con justicia, la definición de “quinto año del macrismo”.

Quedaba claro que Macri no podía reelegir sin el correlato de un estallido social. Era necesario un recambio. Ante el condicionamiento de la prisión, Cristina tuvo que agachar la cabeza y designar como candidato a presidente a uno de los actores más críticos de su gestión. Al fundador de las AFJP. Al “amigo del campo” durante la crisis que provocó la Resolución 125.

Cristina tiene en claro que su libertad depende de su capital político electoral. Pero también de la aprobación de sus conductas por parte del poder real. Alberto ha hecho las cosas muy bien: cerró una negociación malísima para el país, pero muy conveniente para los acreedores privados, no sólo por el monto sino por el reconocimiento como legítima de una deuda muy floja de papeles y asociada a actos de corrupción flagrantes, tal como siempre fue la lógica del macrismo. De la auditoría y la Comisión Investigadora nadie se acuerda. Un gesto muy claro hacia el poder financiero internacional.

Pero ese Pacto de Impunidad, que no tiene existencia física pero sí real, exige ser reelaborado cada dos años, en cada contienda electoral. La nueva composición de la conducción del PJ Nacional, impuesta por la lista única que encabeza Alberto Fernández, tiene algunos datos muy llamativos. Un radical de pura cepa como presidente del PJ. Un PC, como Axel, como vice. Otra radical, bendecida por Jorge Capitanich, Analia Rach, ocupará otra de las vicepresidencias. La lista alternativa encabezada por Alberro Rodríguez Saá bajada de un plumazo. Nadie de la oposición se quejó. Los socios saben guardar silencio cuando les conviene.

Pero la composición de la lista demuestra los equilibrios de poder y la determinación cuidadosa de tener adentro a todos aquellos que representan a poderes corporativos, institucionales y agrupaciones de peso. A Cristina jamás le cayeron bien los opositores: no le dio internas a Randazzo en 2017, a Guillermo Moreno en 2019, a Alberto en 2021. ¿Es sólo Cristina la responsable? En modo alguno. Mucho se ha hablado de Albertítere. Pero no de Crisitítere de un poder mucho más concentrado y potente, que excede con mucho al territorio nacional.

Alberto ha logrado un resultado maravilloso con la composición de esa lista. Por ejemplo, ha conseguido incluir a todas las expresiones sindicales, algo que ni el propio Carlos Menem consiguió en su momento, para respaldar la candidatura partidaria de un presidente que sólo continúa y profundiza el ajuste de Cambiemos.

A nadie le conviene que al Frente de Todos le vaya mal en las elecciones de este año. Tampoco que le vaya muy bien. Para la oposición es la oportunidad de seguir quitándose de encima las responsabilidades de las políticas de saqueo de Mauricio Macri, para cargar las culpas de la situación actual sobre un peronismo que ha perdido su alma y ha sido tercerizado. El poder real necesita que Alberto salga fortalecido para continuar con su tarea de ajuste y lavado de cara de Juntos por el Cambio, para entregar la posta a Horacio Rodríguez Larreta.

¿Y Cristina? También depende de su resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, donde su hijo Máximo llegará a la presidencia del PJ con el “democrático” sistema de la lista única. Por ahora hace falta una Cristina libre, con cierta potencia electoral y apariciones rutilantes cada tanto, para demostrarle a los más perjudicados por el modelo que aún hay alternativa de redención. Pero, si no consigue reafirmar su vigencia electoral cada tanto, sus días de libertad estarán comprometidos.

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