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Un campeón arriba y abajo del ring

Juan Martín "Látigo" Coggi, un ídolo popular comprometido con la acción solidaria

Juan Martín “Látigo” Coggi, ex campeón mundial de boxeo y actual director de Deportes de la Fundación Misión-Ar

Juan Martín "Látigo" Coggi nació en Fighiera (Santa Fé), en 1961. Desde niño se acostumbró a pelearle a la vida. De origen humilde, el “Látigo” fue un ejemplo de dedicación y sacrificio, que le permitió llegar a ser 3 veces campeón mundial de la Categoría Superligero de la AMB, entre 1987-1900, 1993-1994 y 1996. Defendió sus títulos con éxito en 10 oportunidades y, cuando la adversidad se le puso enfrente, supo sacar fuerzas de flaqueza para reponerse y salir a flote con admirable esfuerzo.

Su récord profesional es de 75 peleas ganadas (44 KO) 5 perdidas y 2 empatadas, y detenta el récord de haber obtenido tres coronas en una misma categoría. También el de conquistar y defender la corona mundial seis veces en un año (1993). Y en 1995 la AMB lo premió con la Corona de Oro y Brillante como Mejor Boxeador de la Asociación.

A nivel nacional, obtuvo 3 premios Olimpia de Plata y 2 Diplomas al mérito de la Fundación Konex (1990 y 2000). En 2019 participó del ciclo televisivo “¿Quién quiere ser millonario?”, con su hijo Martín -a quien intentó, sin éxito, desalentar en su vocación pugilística- y allí también la fortuna le sonrió, al obtener un importante premio monetario.

Justamente en este ciclo el “Látigo” formuló una serie de declaraciones muy significativas, sobre la situación que atraviesa un ídolo deportivo cuando su carrera profesional concluye: "Cuando dejás de boxear te morís”, confesó. "Cuando sos campeón mundial sos el más lindo, pero es mentira. Seguís siendo el mismo feo y bruto de siempre", agregó Coggi.

"Después del boxeo no nos queda nada, porque no sabés hacer nada. Todo te aburre. Te deprimís. Vos fíjate: todos los campeones mundiales terminan con serios problemas después del retiro", destacó. Y subrayó que "todo lo que hice fue por ellos (en referencia a su familia). Estuve dos o tres veces en situaciones muy complicadas". Prácticamente al borde de la muerte.

Luchador por antonomasia, el “Látigo” ha decidido salir a comerse el escenario una vez más. No ya como boxeador, sino dedicándose a tareas de inclusión social a través de la Fundación Misión-Ar, para promover la inclusión social de los jóvenes.

En relación con este aspecto poco conocido de sus actividades. mantuvimos con él el siguiente diálogo.

- ¿Cuándo aparece tu preocupación por alentar la inclusión social de los jóvenes a través del deporte?

- Mi preocupación por la inclusión de los jóvenes en el deporte arranca con mi propia experiencia de haber sido un niño pobre y casi marginado por no tener estudios y proceder de una familia humilde.

Cuando comencé a entrenar en Brandsen la gente me brindó todo su apoyo. Algunas personas resultaron claves para mí, como Juan Carlos Sosa -el primer campeón argentino de la Categoría Crucero-, quien me llevó al Luna Park, para ponerme a las órdenes de don Santos Zacarías. En Brandsen destaco a Victorio Charlin y a Vanni, Tidona y Rassi, quienes impulsaron una verdadera cruzada para apoyar al pollo del barrio.

- ¿Qué es lo que lleva a un ídolo popular a desplegar acciones solidarias? ¿Tiene que ver con tu historia de vida?

- Así es. Eso me hizo ver el mundo de otra manera y sentirme, gracias al boxeo, un hombre de provecho.

- ¿Cómo empezaste a trabajar en este terreno y cuáles fueron los pasos sucesivos?

- En agradecimiento a lo que el deporte hizo por mí comencé a dar charlas en distintos lugares del país, alentando a las autoridades a abrirse a este noble deporte. Un niño marginado no termina bien, pero gracias al boxeo puede tratar de volcar sus carencias en el ring y a convertir su odio o su resentimiento en amor hacia sus fanáticos. Y ahí comienza un gran cambio en su vida.

Así empecé a aceptar las invitaciones que me hacían de clubes y escuelas de todo el país, para transmitir mi experiencia y tratar de sembrar el deseo de superación en los niños y jóvenes, sobre todo entre los más humildes.

- Tu propia historia de vida parece confirmar lo que decís…

- Nunca renegué de mi pasado. Al contrario. Me siento orgulloso de él y siempre fui agradecido. Para devolver algo de lo que me dieron le regalé a mi barrio una Sala de Primeros auxilios. Todo eso fue por un logro deportivo que, a su vez, me convirtió en un ser de bien.

- ¿Encontraste respaldo político para llevar adelante tu obra?

La verdad que hasta hace poco no. Pero el actual intendente de Brandsen, Oscar Capelleti, me ha apoyado en todo lo que está a su alcance.

- Actualmente sos director de Deportes de la Fundación Misión-Ar, que preside el folklorista y referente social Iván Camaño. ¿Cómo fue tu integración a la Fundación y qué te decidió a participar?

- Empezamos a cruzarnos con Iván Camaño en distintas actividades sociales y, a través de Tamarita Castro, enseguida comenzamos a caminar juntos en el sendero de la ayuda y la promoción de la inclusión social.

A poco de andar, Iván me propuso integrarme a Misión-Ar, para trabajar en beneficio de los niños y jóvenes de nuestro país. No lo dudé ni por un momento, y acepté encantado.

- ¿Estás entusiasmado con este nuevo proyecto?

- Yo estoy convencido de que en Misión-Ar se va trabajar mucho con la juventud, aprovechando la experiencia de los mayores.

- Por último, ¿qué mensaje les darías a los niños y jóvenes humildes, que pueden ver en vos un espejo donde mirarse?

- Que confíen en ellos mismos y nunca se rindan.

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