Editorial
Desconcierto

Berni en la mira y sus fantasmas se eliminan con Taser

Sergio Berni, el responsable de la cartera de Seguridad bonaerense. (Dibujo: NOVA)

Décadas han transcurrido desde el advenimiento de nuestra democracia y con cada cambio de gobierno, surge la inquietud esperanzadora de poder terminar con la corrupción y la impericia en la Policía Bonaerense. Décadas y pareciera que con cada cambio de gobierno la tarea parece una utopía.

Las Comisarias, en donde debería haber un Comisario, han sido encargadas a Subcomisarios. Noveles funcionarios que resultan funcionales recaudadores, cuya comisión es menor a la que recibiría la experiencia y la mayor jerarquía. Y no resulta extraño, a mayor jerarquía, mayor es el dividendo que llega en efectivo, “rupias” o “pedidos de donación de cajas navideñas” como ocurrió en Quilmes y La Plata.

¿Y si se hubiese podido contar con las pistolas Taser, los policías podrían haber frenado a los rugbiers en Villa Gesell? ¿O aún seguiría con vida el paraguayo que con un machete atacó a una oficial?

Ninguno se anima a sacar la 9 milímetros porque termina preso.

Las investigaciones mexicanean delincuentes, la noche, el juego, los desarmaderos, a los arbolitos que desde la cúpula mandan a cosechar. Los subordinados son clubes de amigos que también juegan a la perinola, que por supuesto, como lema de toda la cúpula policial, siempre cae en “toma todo”.

El “Chapu” Guzmán, no hace falta que salga más, la cúpula en la provincia tiene el negocio aceitado. Se incinera un poco de marihuana para la foto, la coca y las pastillas siguen su camino para la temporada estival y hasta parece que, como la inseguridad, quedo sólo la sensación cuando arrojan la perinola. Sólo “parece”, porque también “toma Todo”.

Lo están haciendo desde que se saben que tienen los días contados, que días más o días menos, la cúpula policial elegida por la gestión anterior debiera quedar atrás. Se saben afuera del cuento fantasmagórico y rapaces han tirado la “perinola” en la Provincia de Buenos Aires donde “todos ponen”, perdón, “toman todo”.

¿Qué es lo que las distintas gestiones tienen en común?

Sergio Berni depende de los personajes que nombró Cristian Ritondo.

Al médico militar aun lo persigue el fantasma de Nissman, pero lo que pareciera no saber, es que hay un viejo fantasma en el cargo que aceptó, como ministro de Seguridad de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. La “cúpula policial”, hoy, es la que respondía, armó y nombró Ritondo.

Como si fuera poco, Ritondo habría mandado al plan de desarme de ANMAC a todas las ametralladoras UZI y FMK3 de la Bonaerense. Algunas estaban nuevas en caja. A la semana habría emitido una orden de compra por falta de armas largas y se hizo de 500 kits Rony para pistolas Bersa, pagados muchas veces su valor. Ese botín, aparentemente se repartió en los grupos especiales GAD. Aquellos que se quejan de lo inútil de dichos elementos. Solo sobrevivieron 64 UZI que ahora mandaron a reacondicionar para su uso. Si es así, sería una vergüenza total.

Hoy le toca a Berni la tarea titánica y sus primeros actos de gestión, se ven marcados por viejos flagelos que castigan a la Policía Bonaerense. Nadie mejor que "Sierra Bravo", conoce de verticalismos. Conoce la verticalidad policial. Conoce que las órdenes van de arriba hacia abajo, y ante un Jefe de Policía interino y la incertidumbre del carácter de la gestión, se forma el caldo de cultivo propicio para una cúpula policial que infiltra en sus subordinados, hacedores fructíferos, que le son propios, para sus respectivas “cajas negras”.

Mostrando criterio, Sergio Berni al ser preguntado por los medios respecto a dotar a la policía de tecnología, respondió que no podía siquiera cambiar los neumáticos a los móviles policiales.

¿Podrá exorcizar el fantasma de la cúpula policial que dejo su antecesor?

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