Sin embargo, el éxito de las marchas del "Sí, se puede" y la remontada electoral entre las PASO y las generales, convencieron al mandatario saliente de que podía encabezar la oposición desde el llano, contando con el apoyo de Horacio Rodríguez Larreta desde el Gobierno porteño, y por supuesto de uno de sus principales colaboradores, operador judicial y presidente de Boca, Daniel Angelici.

La apuesta del actual titular del club xeneize era transferir el control de la entidad a Cristian Gribaudo, actual presidente del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires (IPS), que durante los últimos dos años estuvo más abocado a preparar su desembarco al frente de Boca Juniors que a gestionar las jubilaciones de los bonaerenses.

No obstante, la irrupción de Riquelme, el último gran ídolo de Boca, que además ya plantó bandera más de una vez contra el macrismo en el club, obligó a rever las estrategias y según algunas versiones, el propio Angelici le habría manifestado al mandatario saliente que su postulación era "la única" forma de evitar una derrota, que representaría una pérdida de poder real y sobre todo, un fuerte fracaso simbólico para el fundador del PRO.

En el entorno de Macri no confirmaron ni desmintieron esa versión, pero sí se hizo evidente que Gribaudo se mostró muy molesto por la postulación del ex jugador, dando a entender que su presencia efectivamente pone en riesgo su triunfo en las elecciones.

Además, la lista de Ameal lleva también como candidato al conductor Mario Pergolini, un macrista reciclado al que nadie se atrevería a tildar de K o de peronista, por lo que el oficialismo boquense no tendrá forma de agitar “la grieta” en la campaña para renovar las autoridades del club.