El episodio ocurrió el 14 de mayo a las 21 horas, cuando un altercado entre “Roco” y “Cocido”, el perro de Romero, desencadenó la tragedia. Según M.S.E., un empleado rural de 29 años y dueño de “Roco”, los ladridos alertaron a su hija de 9 años, quien descubrió al animal agonizando con heridas punzantes en el patio.

El veterinario confirmó que el pitbull recibió tres puñaladas, presuntamente con un palo astillado, según la versión del ahora exconcejal.

Romero, en su defensa, publicada en redes sociales, alegó que actuó para proteger a su familia y a su perro. Según su relato, “Roco” ingresó a su propiedad, atacó a “Cocido” y generó pánico en su hija menor.

Aseguró que usó un escurridor roto, cuya punta astillada causó las heridas fatales, en un acto que calificó como no intencional. Sin embargo, su narrativa no convenció al Concejo ni a la opinión pública, que señaló la desproporción de su reacción y su incapacidad para manejar un conflicto vecinal sin recurrir a la violencia.

El caso, que generó revuelo en la pequeña localidad, expone no solo la falta de control perimetral en ambas propiedades, sino también una alarmante ausencia de templanza en un representante político.

M.S.E., el denunciante, lamentó la pérdida de su perro y cuestionó la versión de Romero: “Quiere hacer parecer que mi perro era el violento, pero fue apuñalado tres veces”. Aunque reconoció la responsabilidad compartida por los cercos incompletos, la comunidad respaldó su relato.

La destitución de Romero, que enfrenta una denuncia policial aún sin resolución judicial, marca un precedente en la provincia. El Concejo Deliberante ya anunció que la próxima semana asumirá su reemplazante, mientras el caso deja un sabor amargo: un supuesto defensor de la libertad terminó restringiendo la vida de un animal y su propia carrera política.