VIDEO | El psicópata de Milei y la borracha del gas vuelven a bloquear ayuda para jubilados

En plena cuenta regresiva para una nueva marcha al Congreso, donde miles de jubilados, esos mismos que construyeron este país y ahora sobreviven con suelas de zapato hervidas, volverán a poner el cuerpo, el dúo dinámico del sadismo libertario, el "prescindente" Javier Milei y la borracha de Patricia Bullrich, activan el operativo boicot para frenar otra vez una sesión clave.
La oposición en Diputados intenta destrabar una mísera suba del 7,2 por ciento para jubilaciones y la prórroga de la moratoria previsional, pero los libertarios, con su ejército de zombies obsecuentes, vuelven a hacer lo que mejor saben: poner trabas, inventar excusas y cagarse en los que menos tienen.
No solo se niegan a sentarse a discutir el bono, que en la práctica sería un manotazo de ahogado para millones de abuelosque hoy eligen entre comprar un remedio o un pedazo de pan, sino que se alinean con sus amiguitos del PRO y otros vendepatria para garantizar el fracaso de cualquier intento de sesión. La excusa: el superávit fiscal.
Mientras Bullrich reprime con su Gendarmería todo lo que se mueva, incluida la ronda pacífica de jubilados frente al Congreso, el “hombre papada” se pasea dando charlas místicas sobre “dolarización endógena” como si fuera un mesías con anfetaminas, pero no mueve un dedo para que se trate algo que tenga un mínimo de sensibilidad social.
Y no es la primera vez. La semana pasada ya hicieron caer la sesión, y ahora se preparan para hacer lo mismo el próximo 4 de junio. Ni los temporales que arrasaron media provincia ni la declaración de emergencia por discapacidad los moviliza. Nada. Para esta runfla, si no genera dólares o aplausos de Elon Musk, no sirve.
Hasta los bloques más “light” de la oposición están tratando de arrimar el bochín. Pero con una mayoría de oficialistas disfrazados de “dialoguistas”, la movida está complicada. Como siempre, el Congreso convertido en un teatro vacío, y el país hecho mierda por un presidente trastornado y una ministra que cree que sigue en los años 70 tirando bombas.
Mientras tanto, los jubilados siguen esperando. Con hambre, con frío, y con una dignidad que ni los tanques de Bullrich ni los delirios de Milei van a poder extinguir.