
Por Gustavo Zandonadi (*), especial para NOVA
No hay sorpresas en las elecciones porteñas. El antiperonismo -ahora denominado libertario- se quedó con la corona de fuerza gorila que el macrismo cuidaba desde 2007. Con el triunfo de Manuel Adorni, Javier Milei hizo pie en Capital y su proyecto gana fuerza, frente a un Pro en vías de extinción.
La Libertad Avanza leyó el resultado del domingo como un consentimiento de los porteños para intervenir la Ciudad, al menos una vez por semana, para reprimir a los jubilados. Eso se vio reflejado en la brutalidad del operativo policial de ayer en las inmediaciones del Congreso. El ajuste, la violencia y el individualismo ganan terreno en el corazón de una ciudad que siempre estuvo a la derecha de la derecha y que ya no respeta ni a sus abuelos.
La victoria de los violetas muestra un respaldo a la retórica de la "motosierra", que promueve, no la reducción, si no la destrucción del Estado y un enfoque agresivo de gestión, que los porteños querrían tener. La segunda posición de Leandro Santoro, sugiere que aún existe un sector del electorado que apuesta por una visión progresista, aunque con poca fuerza. Cierra el podio Silvia Lospennato, del PRO, que sostiene un discurso moderado ya no enamora a los mismos que le ratificaron su confianza durante 18 años.
El caso de Horacio Rodríguez Larreta es curioso porque quedó en el cuarto puesto, pero festejó como si su querido Racing hubiera salido campeón. El ex alcalde demostró que con la reivindicación de sus años como jefe de Gobierno y sin el control del aparato público, también puede hacer campaña. Su desempeño plantea una pregunta: ¿Hasta qué punto el electorado castiga? Se nota que no hay rencor para Larreta, que en ocho años no construyó ni un metro de subterráneo, pero tampoco disfruta de la estima de tiempos pretéritos.
El respaldo al modelo libertario revela una tendencia preocupante. El votante de Capital, de clase media -en algunos casos, real y en otros aspiracional- es capaz de inmolarse contra el peronismo, aunque eso sea un suicidio porque "con estos la paso mal pero al menos no están los peronchos". La Libertad Avanza representa mejor que nadie los viejos valores del antiperonismo del 55, encabezada por un almirante Rojas más extravagante y pintoresco, como lo es Javier Milei.
Otro dato que no hay que desconocer es la abstención. Este fenómeno se hace evidente en un contexto de crisis y descontento generalizado en el que la sociedad no se siente representada por los candidatos. Por eso no sorprende la preferencia por discursos extremistas, agitados por figuras que promueven la confrontación. Hay un hartazgo con la política tradicional que es bien leído por los libertarios, que vienen con la promesa de perseguir a los políticos que ellos consideran responsables, pero la escasa concurrencia a las urnas puede atentar contra su legitimidad.
La duda que el tiempo ayudará a despejar es qué pasará con el liderazgo emergente, con ingrediente de revancha, pero con pocos votos. ¿Podrá sostenerse en el tiempo o su impacto será efímero? La historia electoral porteña es muy corta, pero la historia contemporánea de la Argentina nos enseña que nada bueno se construye desde el odio. El diálogo es más necesario que nunca, pero no forma parte del manual de estilo libertario. Veremos hasta donde pueden llegar con su diatriba pasada de moda, pero exitosa.
(*) Periodista y abogado.