Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga, Tiro Rosca y la diputada bonaerense con pasado de "chancletuda"

Tito Rosca y Martín Vestiga. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

En un bar tenuemente iluminado en las afueras de la ciudad, el periodista de investigación Martín Vestiga se encontró cara a cara con Tito Rosca, un personaje que le provocaba un profundo desprecio.

Con su sonrisa satánica y su aire despicable, Rosca era alguien que Vestiga detestaba con cada fibra de su ser. Sin embargo, lo toleraba por una sola razón: el hombre tenía información de primera calidad, datos que podían hacer temblar a cualquiera.

Esa noche, mientras compartían una mesa y un vaso de whisky barato, Tito Rosca se inclinó hacia Vestiga y, con un tono conspirador, susurró: "Tengo algo jugoso sobre Sofía Pomponio, la diputada bonaerense".

Martín Vestiga, aunque mantuvo su expresión de hastío, no pudo evitar que su curiosidad se encendiera. Pomponio era una figura en ascenso en la política de Buenos Aires, reconocida por sus discursos apasionados y su postura progresista. Pero lo que Tito Rosca tenía para contar prometía cambiar esa imagen impecable.

"Cuando estaba en el Centro de Operaciones y Monitoreo de General Pueyrredon", continuó Tito Rosca, "Sofía se enredó con un funcionario muy conocido. Hay un video, amigo. Los grabaron teniendo sexo en plena calle, afuera de un auto. Y lo mejor de todo: ella estaba en chancletas".

Martín Vestiga arqueó una ceja, incrédulo. "¿Chancletas?", repitió, casi esperando que fuera una broma. Pero Rosca, con una mueca burlona, asintió. "Por eso los empleados municipales la empezaron a llamar 'la chancletuda'. El video pasó de mano en mano como si fuera un trofeo".

El relato era tan escandaloso como intrigante. Según Tito Rosca, aquel material comprometedor había circulado ampliamente entre los trabajadores del Municipio, convirtiendo a Pomponio en el centro de burlas y rumores.

Martín Vestiga sabía que debía verificar cada detalle de esa historia, pero de ser cierta, las implicancias podían ser devastadoras. La ahora respetada diputada bonaerense podría ver su carrera política tambalearse si ese pasado saliera a la luz.

Mientras abandonaba el bar, Martín Vestiga no podía sacarse de la cabeza la imagen de Sofía Pomponio en chancletas, atrapada en un escándalo que amenazaba con desmoronar su reputación. La verdad, como solía suceder, era más extraña (y más peligrosa) de lo que cualquiera podría imaginar.

Me hacen poner... ¡Al palo!

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