“Es una locura que se haya rechazado”, disparó un hombre mayor en pleno microcentro. La indignación no tardó en replicarse: “Si hay corrupción y vamos a dejar que vuelvan a entrar al Senado, está totalmente errado”, señaló una joven, visiblemente molesta.

Otro de los testimonios recogidos fue aún más directo: “Creo que fue algo justo para los que están ahí, porque ninguno se salvaba si se aprobaba. Por eso la tiraron abajo”. La percepción de impunidad se repitió en la mayoría de los entrevistados.

Aunque también hubo quienes cuestionaron la aplicabilidad de la ley: “Si no está bien aplicada, es un garrón”, opinó un trabajador que pasaba por Plaza Congreso. Mientras tanto, una jubilada desvió el foco: “A mí eso no me interesa, me interesa que nos aumenten la jubilación y que la gente se está cagando de hambre”.

“No me gustó para nada, volvemos otra vez a lo mismo”, sintetizó otra vecina, expresando el hartazgo generalizado. El rechazo a la ley de Ficha Limpia no solo desató un revuelo político, también encendió la bronca social que empieza a manifestarse con más fuerza.