La respaldó calificándola como una “demostración personal de compromiso con las ideas que lleva adelante el Presidente”. Por otro lado, desde el PRO, liderado por Mauricio Macri, se acusó a Bullrich de “darle la espalda a aquellos que la votaron y creyeron en ella”, señalando que su decisión “deja atrás una parte muy grande de su reputación, tal vez toda”.

La afiliación de Bullrich a LLA no solo generó malestar entre los amarillos, sino que también evidenció las fracturas internas dentro del oficialismo. Mientras algunos sectores ven con buenos ojos la incorporación de figuras con experiencia, otros temen que estas alianzas diluyan la esencia del proyecto libertario.

Por su parte, Francos enfrenta cuestionamientos por su rol en el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, donde fue interpelado en la Cámara de Diputados y tuvo que negar cualquier implicación del gobierno en el proyecto. Estas situaciones ponen en jaque la coherencia y transparencia del actual gobierno.

En medio de este panorama, la figura de Bullrich se convierte en un símbolo de la “casta” que Milei prometió combatir, generando contradicciones dentro del discurso oficialista y dejando en evidencia las tensiones entre la vieja y la nueva política.