En una foto que parece sacada de un álbum vintage de promesas incumplidas, el Gobierno, la CGT y la UIA se mostraron “unidos” en un supuesto mensaje de fuerte apoyo al “diálogo tripartito”. El mismo concepto que lleva décadas girando en círculos mientras el poder adquisitivo se evapora y las industrias ven pasar las oportunidades como trenes que no paran.
Con la excusa del Día Internacional del Trabajo, el Ejecutivo convocó a una mesa que vendieron como un “ámbito institucionalizado” de diálogo, pero que ya desde el vamos huele más a puesta en escena que a plan concreto. No hubo anuncios, no hubo medidas, no hubo nada. Solo gestos, palabras lindas y una foto de compromiso.
La CGT, que en otros tiempos supo ser combativa, ahora se pliega dócilmente a discursos que no incomodan a nadie. Hablaron de “consensos” y “desarrollo productivo”, pero evitaron mencionar el ajuste, los despidos y la caída del salario real. Para ellos, el “futuro” está siempre un poquito más adelante, mientras el presente es de silencio estratégico.
La UIA, por su parte, celebró la iniciativa como si no fuese parte de la maquinaria que empuja la flexibilización laboral. Aplauden la idea de un “nuevo contrato social”, aunque nunca terminan de explicar qué cede cada parte. Spoiler: los que pierden son los mismos de siempre.
El Gobierno, fiel a su estilo, se refugia en estos actos como placebo. Cada tanto junta a los de siempre, dice lo de siempre, promete lo de siempre. Todo mientras afuera la conflictividad crece, la economía se achica y el malestar social desborda los comunicados oficiales.
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