Las mentiras del "Presiduende" tienen patas cortas: aunque Milei lo niega, los expertos prevén otro pico de inflación

Aunque Javier “Jamoncito” Milei y sus funcionarios quieran fingir demencia y asegurar que la economía marcha sobre ruedas, tras las últimas medidas del Gobierno, la inflación persiste y las perspectivas no son alentadoras.
Ya ni siquiera los adláteres mileístas que defendieron a capa y espada el ancla cambiaria, puede negar el rebote inflacionario. Las estimaciones privadas proyectan un piso del 5 por ciento mensual en los próximos meses, impulsado por remarcaciones en góndolas e insumos que oscilan entre el 8 y el 15 por ciento, sumado al impacto de las tarifas dolarizadas de la energía.
Avisenle al Pelufacho Milei , que en ese entonces con @LuisCaputoAR como mago de las finanzas los pronósticos de la gestión de @mauriciomacri en 2018 terminaron siendo ..inflación del 11% fue 47.6%, el dólar vaticinado en $20 fue $40, el crecimiento de (+2.5) fue caída de (-2.5).
— 𝕖𝕝 ℙ𝕀𝔻𝔼 🎙️ 📻 (@PIDE67) April 13, 2025
Pero más allá de los aumentos de precios ya conocidos, un nuevo factor emerge en el sector financiero que pone en jaque los principios económicos defendidos por el actual gobierno: un giro en el manejo de la masa monetaria. Este cambio de rumbo, impulsado por exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), implica una expansión del circulante que podría tener consecuencias significativas.
Hasta ahora, la política monetaria se basaba en un techo absoluto para la "Base Monetaria Amplia" (BMA), un concepto promovido por Vladimir Werning, vicepresidente del BCRA. Esta doctrina, conocida como "ancla cambiaria", buscaba mantener fija la cantidad de pesos en circulación para controlar la inflación.
Sin embargo, los nuevos lineamientos del BCRA, en consonancia con el FMI, abandonan el concepto de BMA. En su lugar, la política monetaria se regirá por metas indicativas sobre el M2 privado neto de depósitos remunerados. Además, se monitorearán los Non-Domestic Assets (NDA) como indicador complementario.
La clave reside en que estas nuevas métricas incorporan flujos y stocks que permiten un aumento de la base monetaria. Ya no se busca esterilizar ni mantener fija la base monetaria, sino que ésta crecerá impulsada por la compra de divisas del BCRA a los exportadores, un requerimiento del acuerdo con el FMI.
Este cambio tiene implicaciones importantes:
-Aumento de la masa monetaria: La compra de divisas por parte del BCRA para cumplir con las metas del FMI inyecta pesos en la economía, lo que puede generar presiones inflacionarias.
-Mayor flexibilidad (con riesgos): El gobierno argumenta que este cambio le permite una mayor flexibilidad para manejar la política monetaria. Sin embargo, si no hay suficiente demanda de pesos, el BCRA deberá subir las tasas de interés, una medida que puede frenar la actividad económica.
-Deslegitimación del plan original: Para algunos analistas del sector financiero, este volantazo representa una admisión del fracaso del plan económico original y de las ideas de Werning sobre la base monetaria fija.
¿Qué puede pasar?
El futuro es incierto. La expansión de la masa monetaria podría exacerbar la inflación si no se gestiona adecuadamente. El gobierno deberá equilibrar la necesidad de cumplir con las metas del FMI con el objetivo de controlar los precios y evitar una recesión.
Además, la diferencia entre la base monetaria y las reservas en pesos es un factor crucial. La baja cobertura de reservas podría mantener alta la prima de riesgo país, lo que dificultaría la atracción de inversiones y la estabilización de la economía.
En definitiva, este nuevo giro en la política monetaria argentina genera interrogantes y desafíos. El tiempo dirá si el abandono de la "doctrina Werning" y la expansión de la masa monetaria son una estrategia viable para estabilizar la economía o si, por el contrario, contribuyen a alimentar la inflación y la incertidumbre. La atención está puesta en cómo el gobierno manejará esta nueva etapa y en sus efectos sobre la vida cotidiana de los argentinos.