Agenda cultural al palo: mientras la gente muere de hambre, el Gobierno quiere prohibir los cambios de género en menores

En medio de una crisis económica devastadora, con miles de argentinos sin poder llevar un plato de comida a la mesa y un país sumido en la recesión, el Gobierno nacional parece más preocupado por redefinir políticas sobre identidad de género que por enfrentar los problemas urgentes que afectan a la población.
Este miércoles, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció en conferencia de prensa dos nuevas disposiciones: la prohibición de traslados de presos entre cárceles por cambio de género y la restricción para que menores de 18 años accedan a tratamientos hormonales o cirugías de cambio de sexo.
Restringir la ley de identidad de género de la manera en la que acaba de anunciar Adorni va más allá de las capacidades del ejecutivo, en contra del concepto de consentimiento progresivo pero sobretodo va en contra de la salud de miles de infancias trans que van a sufrir por esto
— Matias // trans jesse pinkman⚧️ (@m4tuzalen) February 5, 2025
Mientras la inflación golpea los bolsillos, los salarios pierden poder adquisitivo y la pobreza crece de manera alarmante, el Ejecutivo elige concentrarse en medidas que, más allá de la polémica, no tienen impacto real en la vida de la mayoría de los argentinos.
Adorni justificó la primera medida mencionando un caso ocurrido en Córdoba, donde un hombre condenado por violencia de género se autopercibió mujer, fue trasladado a una cárcel femenina y allí abusó de otras internas. Según el funcionario, el sistema penitenciario “se convirtió en una herramienta para que estas personas condenadas incluso por violencia contra las mujeres puedan volver a cometer delitos aberrantes”.
En la misma línea, el vocero presidencial arremetió contra la llamada “ideología de género” y anunció la prohibición de tratamientos hormonales y cirugías de adecuación de género en menores de edad. Para sostener la decisión, argumentó que países como Reino Unido, Suecia y Finlandia están revirtiendo este tipo de normativas debido a los efectos irreversibles que generan en los niños y adolescentes.
Sin embargo, más allá del debate sobre estas medidas, la pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿por qué el Gobierno nacional elige centrar su agenda en estos temas mientras el país atraviesa una crisis sin precedentes? En un contexto donde la indigencia crece y la desesperación se siente en cada rincón del país, las prioridades del Ejecutivo parecen desconectadas de la realidad de millones de argentinos.
Lejos de presentar un plan económico sólido que brinde soluciones concretas, la Casa Rosada continúa desviando la atención hacia cuestiones de segundo orden, dejando a la deriva a un país que se hunde en la desidia y el abandono estatal.