
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 15 de julio de 1942 murió en Buenos Aires el expresidente Roberto Marcelino Ortíz. Una diabetes tardíamente detectada, el ejercicio de un cargo no exento de sinsabores y la soledad de gobernar en contra de los intereses de su propio partido, fueron un combo fatal para la salud del hombre que se ganó el afecto de la población por su decisión de terminar con el fraude y restaurar la pureza cívica alcanzada por la Ley Saenz Peña.
El joven Ortíz conoció la política en la Unión Cívica Radical. El ímpetu de la juventud y la adhesión a los principios intransigentes de Leandro N. Alem lo llevaron a tomar las armas en la fallida Revolución de 1905. Cuatro años más tarde se recibió de abogado y comenzó a trabajar para los ferrocarriles británicos en la Argentina.
En paralelo a su trabajo siguió participando en política con los de boina blanca hasta 1925. Ese año el entonces presidente Marcelo T. de Alvear lo designó Ministro de Obras Públicas. Su nombramiento incluyó su pase al radicalismo antipersonalista, en oposición al sector liderado por el ex presidente Yrigoyen. Del gabinete de Alvear salieron los dos presidentes siguientes: Agustín Pedro Justo y Roberto Marcelino Ortíz.
Apoyo a Uriburu - Ministro de Justo - Presidente
En 1930 apoyó calurosamente la Revolución del 6 de septiembre. Al año siguiente se sumó a la Concordancia, el frente electoral armado por el gobierno para las futuras elecciones presidenciales. Fraude mediante, Agustín P. Justo fue presidente y Ortiz fue nombrado ministro de Hacienda en 1935. Desde allí se proyectó como candidato a presidente.
Para las elecciones de 1937 Integró el binomio oficialista junto al abogado conservador catamarqueño Ramón S. Castillo. Otra vez (tan floja de papeles como la primera) la Concordancia triunfó. El 20 de febrero de 1938 la fórmula Ortíz-Castillo asumió sus funciones acompañado por los ministros Diogenes Taboada (Interior); José María Cantilo (Relaciones Exteriores); Pedro Groppo (Hacienda); Jorge Eduardo Coll (Justicia e Instrucción Pública); José Padilla (Agricultura); Manuel Ramón Alvarado (Obras Públicas); Carlos Márquez (Guerra) y León Scasso (Marina).
Colocando los intereses del país por sobre todo lo demás, Ortíz desplegó una activa política contra el fraude electoral. Esa política incluyó la intervención federal a San Juan, Catamarca (la provincia del vice Castillo) y la mismísima provincia de Buenos Aires. La ciudadanía recibió con agrado la mano firme de Ortiz contra la estafa electoral, sobre todo cuando le tocó el turno a Buenos Aires. Nadie creía que el Poder Ejecutivo Nacional se animaría a meterse contra el aceitado mecanismo fraudulento bonaerense, sin embargo al presidente no le tembló el pulso.
Licencia, enfermedad y muerte
La cruzada contra el fraude le granjeó la simpatía, no sólo de la ciudadanía en general -si no también de los viejos radicales en particular- que desde 1928 no podían votar por su partido. Sin embargo algunos episodios de salud lo obligaron a realizar estudios que confirmaron su diagnóstico: diabetes mellitus. Mientras la enfermedad se lo permitió, siguió gobernando, pero no por mucho tiempo: en 1940 debió pedir al Congreso una licencia de la que no pudo regresar.
El avance de la diabetes lo dejó prácticamente ciego. Otros golpes de los que no pudo recuperarse fueron un escándalo de corrupción por la venta de tierras que fueron adquiridas por el Colegio Militar en 1938 (aunque no se pudo comprobar su participación en el hecho su honor quedó afectado) y la muerte de su esposa, María Luisa Iribarne, en abril de 1940.
El vicepresidente Castillo asumió el ejercicio del Poder Ejecutivo sin estar de acuerdo con algunas medidas y nombramientos de funcionarios por parte de Ortíz, pero no dió marcha atrás en ningún aspecto. Mientras la salud del presidente lo permitió, mantuvieron reuniones periódicas para analizar la marcha del gobierno. Castillo gobernó hasta que fue derrocado por un golpe militar el 4 de junio de 1943. Para ese momento Ortíz ya había muerto. El expresidente había renunciado el 27 de junio de 1942 y falleció pocos días después, el 15 de julio. Tenía 55 años.