
Por Julio Pérez Garcia, especial para NOVA (*)
Las opiniones que tenga o no tenga la masa se consideran con absoluta indiferencia. A los proletarios se les puede conceder la libertad intelectual por la sencilla razón de que no tienen intelecto alguno (Orwel 1984)
No hay nada nuevo bajo el sol. El destino y las acciones políticas y económicas de los países en desarrollo de Suramérica generalmente vienen trazadas desde afuera, principalmente desde las demandas de Estados Unidos y del Reino Unido, con la intermediación del Fondo Monetario Internacional y, para el caso de Argentina, de multinacionales como Blackrock. La historia de los Estados Unidos y del Reino Unido en los últimos treinta años, está enmarcada por un contraataque “conservador” que, desde el gobierno Reagan y De Margaret Thatcher, ha implantado una “forma de defensa del poder y de la violencia de estado dedicada a asegurar la posición de privilegio de las élites empresariales” (Chomsky: La Quinta Libertad., 2003). La agudización del contraataque se centró en los gobiernos Bush y Trump, que fue donde las políticas conservadoras llegaron a sus ideas y acciones más violentas, caso Bush, extravagantes y extremas, caso Trump.
Dentro de las demandas del “nuevo modelo”, advierte Chomsky, se está ejecutando en todos los países en vías de desarrollo una serie de estrategias políticas e ideológicas para impulsar este concepto de “conservadurismo”, a todas las regiones del mundo. Entre éstas, que bien podemos apreciar en Argentina actualmente, se encuentran:
El ataque a los trabajadores y su derecho de asociación y movimiento sindical. Reducir las formas de participación democrática de los trabajadores y al mismo tiempo, devolverle el poder absoluto a las empresas y minimizar los costos de funcionamiento de las mismas por medio de desregulaciones de los contratos laborales, es un imperativo del conservadurismo. A esto se suma, las restricciones a las protestas en espacios públicos con los famosos protocolos de seguridad.
El ataque contra los derechos adquiridos. Negarse a poner en práctica mandatos legales establecidos por las diferentes constituciones políticas. Derechos como los de la salud, la educación, la comida, de la mujer y obtener una vivienda digna, son disminuidos como derechos civiles, debido a cambios sustanciales en las constituciones políticas. Hablar, ya no de derechos absolutos sino de derechos relativos. Algo así, como dicen en mi país, usted tiene derecho a la alimentación pero yo le digo “cuándo, cómo y dónde”, y en lo posible, cuánto. Por otro lado, las ONG, promotoras de los derechos humanos, son perseguidas de todas las formas posibles.
El ataque contra el pensamiento independiente. Inculcar ideas conservadoras y empresariales en los colegios y universidades, censurar medios de trayectoria independiente, financiar aquellos de corte reaccionario o conservador, controlar los medios de comunicación en cuanto a su línea de partido e intereses económicos, impulsar tendencias religiosas conservadoras y sus formas de participación social y política, mantener el embargo y la crítica infame a Cuba y Venezuela, condicionar a otros países para acceder a beneficios económicos, y tildar algunos brotes democráticos de izquierda o de perfil progresista como terroristas o empobrecedores, son todas ellas líneas de acción para asegurar el estado conservador que se pretende. A eso se debe el afán de las elites locales por poseer el monopolio de los medios masivos, casi en su totalidad.
Impulsar el sistema político de la democracia capitalista. Para Chomsky, el mercado real de los partidos políticos no son los votantes, pues ellos son fácilmente manipulables, sino los “grandes inversores, que por lo general tienen buenas y claras razones para invertir en el control del Estado” (p. 366). Ellos son los únicos que tienen conciencia de clase y de élite y, para mantener el poder, invierten para controlar todo cuanto esté en contra de sus intereses; perfilan candidatos, controlan los medios, definen la esencia de los partidos políticos, concentran los recursos del Estado al servicio del poder privado, etc. “Los intereses capitalistas aparecen como los intereses generales de la sociedad en su conjunto” y, en este marco, las organizaciones populares y las empresas públicas, las pocas que existen, “gozan” de descrédito social y cultural. El paquete de privatizaciones de empresas públicas que se propone en la famosa Ley ómnibus de Argentina, apuntan a esta estrategia.
Manipular la conciencia pública. Una labor metódicamente planeada desde que existe conciencia de élite, es manipular la conciencia pública para que acojan sus intereses; hacer “proselitismo activo” para que coincidan los intereses egoístas y privados con los públicos. Desde los medios, continuamente nos fusilan con la idea de que lo público es malo, ineficiente y corrupto, y lo privado es bueno, eficiente y transparente.
Y finalmente, como lo demuestra las intervenciones en Medio Oriente y las propuestas del “libre comercio, una forma de expansión y dominio consiste en apoderarse de las reservas petroleras, los recursos naturales y de diferentes mercados mundiales. Como ya se sabe por experiencia, cuando se entra a la esfera de la competencia del libre comercio, lo más seguro es que el mercado menos desarrollado termine devorado. Con este decorado ideológico (retórica mundial impulsada por el sector empresarial transnacional), se puede describir la historia (pasado-presente y futuro) de nuestros países subdesarrollados. El Gobierno argentino actual de Javier MIlei está ejecutando, a rajatabla, las demandas e intereses empresariales. Todas las políticas de difamación, defensa de intereses económicos de élite, recortes del gasto público, límites a las asociaciones de trabajadores y sus protestas, disminución de derechos civiles, reforma al sistema pensional, a la salud, a la educación, al trabajo, desregulación de la economía, desviación de dineros, y finalmente, de llegar a darse, dolarización, obedece a la política internacional de contraataque conservador. Eso es lo que los propagandistas tipo Laje, Márquez y otros tantos libertarios, llaman Batalla Cultural.
De tal manera, Javier Milei, un defensor a ultranza del empresariado nacional e internacional, muestra como novedoso unas propuestas políticas y económicas, que responden a un programa mundial que ha estado en curso. El estallido empresarial, su batalla Cultural, es una forma de recuperar y mantener el poder, diezmado por lo que fue la unificación del mercado Europeo y, por lo que es ahora, la competencia del mercado Chino. La elección de Milei en la Argentina, trajo consigo una promesa de cambio que, a pesar de sus entusiastas votantes, es una estrategia más, un distractor más para reactivar y continuar el “contraataque” empresarial que vendrá, incluso, con mayor fuerza. ¿Puede ser alguien más arrodillado y lambón respecto al poder económico? Todo el discurso del flamante presidente Milei en Davos, es una constatación sobre cuáles son los intereses reales que defiende en su gobierno:
Quiero dejarle un mensaje a todos los empresarios aquí presentes y a los que nos están mirando desde todos los rincones del planeta. No se dejen amedrentar. No se entreguen a una clase política que lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Ustedes son benefactores sociales. Ustedes son héroes. Ustedes son los creadores del periodo de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si ustedes ganan dinero es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio, contribuyendo de esa manera al bienestar general. Ustedes son los verdaderos protagonistas de esta historia, y sepan que a partir de hoy, cuentan con un aliado inclaudicable en la República Argentina.
Para finalizar, como le digo a los estudiantes, llegó la hora de meditar: busque un lugar tranquilo, respire fuerte y piense en todos aquellos obstáculos, ideas y ruidos que le vendieron como vino nuevo y que se interponen en su proyecto de vida, en su proyecto de nación. Imagine que esos obstáculos y ruidos son una serpiente (odres viejos) que anidó en su cerebro, y está depositando sus huevos. Introduzca su dedo índice en el oído derecho o en el oído izquierdo si es zurdo. Ahora imagine que logra agarrar a la serpiente, apriete firmemente y por mucho que le duela, sáquela de su cabeza; una vez afuera, apriete con más fuerza, arrójela al piso y aplástela. Cuando por fin se vea libre de ella, ahora sí piense nuevamente en su proyecto de vida o proyecto de nación. Vuelva sobre sus pasos, redireccione sus planes y su camino ¡Buena Suerte!
(*) Licenciado en Lingüística y Literatura. Magíster en Literatura Hispanoamericana.