Pasacalles y carteles prolijamente colocados por empleados municipales que llevan el nombre del intendente y el de Cáceres como si fueran más que socios políticos, como si fueran casi de un mismo espacio.

Y es que eso dejan ver algunos detalles que no podemos pasar por alto; folletos de ambos candidatos paseando en los parabrisas de los autos colocados por las mismas manos estatales destinadas a qué las caras del millonario zar del juego Achával y de la supuesta candidata de Juntos Adriana Cáceres estén en todos los vehículos habidos y por haber, uno al lado del otro, prolijamente hermanados.

No menos importante el dato de que por unos cuantos miles diarios empleadas del municipio son destinadas a las calles a repartir boletas y folletos de Adriana Cáceres.

Una de ellas comentó por lo bajo que lo hacen por necesidad, pero que en realidad no votan ni a Achával ni a la disfrazada con el traje de Cambiemos.

El poder y la impunidad en Pilar todo lo pueden, y los responsables de estás operatorias con el dinero de los vecinos de Pilar ni se inmutan, amparados por el oscuro y peligroso paraguas del hombre que opera en el Kilómetro 50 y los millones del kirchnerista Achával.

Es evidente que Cáceres entendió rápidamente como ser una candidata ambigua estando rodeada por el servil Adrián Maciel, la siempre oficialista Claudia Zakhem y el desconocido pero denunciado por violencia de género Antonietti.

Algunos aseguran que Cáceres acepto que Achával financie su campaña para quedarse con unos cuantos miles que le sirvan para saldar una deuda de la anterior elección, en donde al parecer se le perdió no sabemos en qué bolsillo el dinero para pagar a los fiscales que siguen esperando cobrar.

Dos cosas quedan claras en Pilar, que Adriana Cáceres no es oposición y que Achával tiene bolsillo de payaso.