
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El ex compañero de fórmula de Mauricio Macri en 2019 arrancó esta semana realizando polémicas declaraciones sobre el Ministerio de la Mujer. Dos días más tarde continuó diciendo una verdad que pocos aceptan: que los mapuches son invasores y que "por suerte" hubo un Julio Argentino Roca en la historia argentina.
Pero la verborragia del ex senador por Río Negro no quedó ahí. También alcanzó a la periodista María O'Donnell, a quien cuestionó por "tener el mismo proceso de formación intelectual de las unidades argentinas" que en la opinión del ex candidato a vicepresidente "son todas de centroizquierda."
Hábil declarante
El titular de la Auditoría General de la Nación (AGN) no tiene pelos en la lengua y dice lo que piensa, sin temor a quedar en el centro de la escena y sin sacarle el cuerpo a la jeringa. Miguel Ángel Pichetto es uno de los pocos (por no correr el riesgo de ser injustos al decir que es el único) que habla sin cassette.
En relación a su opinión sobre el ministerio de la Mujer, Pichetto tildó a la ministra Ayelén Mazzina como "lesbiana". Esa palabra (que sectores progresistas interpretaron como un ataque personal) generó una enérgica respuesta por parte de la ex titular de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, quién lo calificó como "discriminador serial".
Pichetto tiene la gran capacidad de ser un generador de títulos periodísticos. En su historial de declaraciones sin filtro se puede leer que cargó contra los líderes de los movimientos sociales, a quienes calificó como "gerentes de la pobreza" al tiempo que llamó a terminar con ellos. Las críticas alcanzaron también al Papa Francisco I.
Siguiendo en la línea del "pobrismo", una vez se refirió al escenario que vió en un piquete: "Había un ejército cortando la calle. La mitad eran extranjeros: latinoamericanos que vienen al Conurbano bonaerense todo el tiempo, conducidos por los gerentes de la pobreza". En esa ocasión preguntó a los piqueteros "¿Quieren venir a la Argentina? Vayan a la Patagonia, que está vacía. 55 por ciento del territorio y sólo 7 de la población. Si no, la van a tomar los mapuches".
Este miércoles el ex senador dijo que "la Patagonia es Argentina por Roca" Los dichos de Pichetto sobre Roca son un acto de valentía. Al respecto vale destacar una cosa: el gran hacedor de la Argentina moderna, antes de ser presidente, encabezó la Campaña del Desierto en 1879. El éxito de su estrategia aseguró para la Argentina una valiosa porción territorial con enorme potencial económico.
Hablar bien de Roca en un país en el que los intelectuales de izquierda se adueñaron del relato histórico para hacer política por otros medios y acusaron la frase: "Más vale un mayo francés que un Julio Argentino", es mojarle la oreja a ese sector que mira la historia desde una perspectiva carente de objetividad.
Políticamente incorrecto
En la dictadura de la corrección política (que impone al disidente la etiqueta de retrogrado, le diagnostica una fobia y lo castiga con la cancelación) los machos del off de récord callan frente un grabador en on. Otros modifican su discurso para agradar a la generación que en nombre de la tolerancia se arroga la potestad para señalar lo que es bueno. Pichetto no juega ese partido porque no habla para agradar. Él habla sin eufemismos, de frente.
Hace algunos años se impuso en la Argentina una corriente progresista que levantó las banderas del aborto y la ideología de género como caballito de batalla. Esa corriente se hizo fuerte entre la juventud, dueña de las redes sociales, y ganó la calle y los medios de comunicación. Fue la época en que los pañuelos se pusieron de moda. Los verdes se usaban a favor del aborto, mientras que los celestes eran para los que estaban en contra.
Dicen Agustín Laje y Nicolás Márquez en "El libro negro de la nueva izquierda", que consumado su fracaso en materia económica, la usina intelectual izquierdista puso el foco en las minorías. Bastó convencer a unos pocos de que sus problemas eran culpa de las mayorías para generar el conflicto del que se alimenta la izquierda.
Las nuevas ideas de la izquierda (otrora combativa) encontraron eco en todos los frentes políticos, ávidos de votos. Casi no existen diferencias entre los partidos con posibilidades reales de obtener el poder porque todos tienen su pata progresista. Por eso aparecen nuevas reivindicaciones tales como el indigenismo, el veganismo y el feminismo radical. Hoy resulta que si algo no es originario, vegano y feminista, no sirve.
Hoy en día cuesta encontrar voces del arco político que se animen a plantarse en defensa de los valores tradicionales frente a los de la progresía. Pichetto no se subió al tren de la subversión disfrazada de modernidad y eso le da a su figura un ánimo de reivindicación respecto a algunos actos de su paso por el Senado, que a la luz de los sucesos posteriores podrían ser considerados como un error.