¡Ni los propios lo quieren! Alberto Fernández parece estar de más en su propio Gobierno

Finalmente, Daniel Scioli asumió la cartera de Desarrollo Productivo. Por más que fuera recibido de manera cordial por Alberto Fernández, el recambio ministerial ha sido, a todas luces, una derrota. Y no cualquier derrota, ya que debió desembarazarse del ministro que “mejor interpretaba su pensamiento económico”, según la definición de Emmanuel Álvarez Agis. Pero hay varios factores adicionales, que agravan aún más los costos para el presidente hippie.
Matías Kulfas era, desde los inicios de la gestión, el centro de los ataques de Cristina Fernández de Kirchner y de La Cámpora, que no le perdonaban la autoría de su libro “Los 3 kirchnerismos”. El argumento de los “funcionarios que no funcionan” lo tenía como protagonista más destacado, no porque no tuviera gestión, sino porque su gestión contradecía cada una de las expectativas del Instituto Patria.
La entrega de la cabeza de Kulfas tuvo una significación mucho más decisiva que las anteriores de Marcela Losardo o de Juan Pablo Biondi, o bien el traslado de Santiago Cafiero a la Cancillería. Con esta decisión quedó en claro que a Alberto sólo le importa conservar su propia cabeza sobre los hombros. Las demás rodarán cuando tengan que hacerlo.
Pero la designación de Scioli también significó el fin de la ilusión (injustificada y absurda) de la posibilidad de una competencia por la reelección de Alberto Fernández. Si, en adelante, las cosas salen medianamente bien, el motonauta será reconocido como el “salvador” de un gobierno sin rumbo desde sus inicios. Si el resultado es el inverso, sucumbirá la última posibilidad de obtener un resultado decoroso en las presidenciales de 2023.
Hay que leer entre líneas las declaraciones de Daniel Scioli tras su asunción, cuando en rueda de prensa, sin que nadie se lo preguntara, afirmó que no lo movían las ambiciones políticas sino el compromiso de dar una mano en un momento crítico. Nadie duda de las pretensiones presidenciales del ex embajador en Brasil, ni de que estaba mucho más cómodo en el vecino país de lo que lo estará aquí. El problema es que, librados a la capacidad de Alberto Fernández, ningún candidato del Frente de Todos tendría posibilidad alguna el año próximo.
Pero si bien la designación de Scioli tuvo aceptación mayoritaria dentro del Frente de Todos y del sector empresarial, sobre todo en la órbita de las Pymes, hubo alguien que se sintió muy afectado. Nada menos que el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Y no sólo por la explícita enemistad que profesa hacia Scioli desde hace casi una década, sino porque el desembarco del ex embajador en el Gobierno fue la opción elegida ante la alternativa de que el propio presidente de Diputados se hiciera cargo de un “Superministerio” económico, con Martín Redrado como usina principal.
Por más que Alberto intentó calmarlo, invitándolo a su viaje a los Estados Unidos, Massa estuvo lejos de “comerse el caramelito”. Volvió con todo: consiguió sancionar el alivio fiscal para monotributistas y autónomos, y se refirió puntualmente al tema inflacionario, mientras en el mercado crecen los rumores sobre cambios inminentes en el gabinete económico.
"Tenemos la obligación de pelear contra la inflación para que el esfuerzo y el ingreso de los argentinos no se vaya entre los dedos como el agua", afirmó el titular del Frente Renovador en un acto en Berazategui junto al intendente Juan José Mussi y el presidente del BICE, Juan Ignacio de Mendiguren.
Los destinatarios de esa sentencia eran, fundamentalmente, Martín Guzmán y Miguel Pesce, cuyas cabezas aún no rodaron pero no están nada firmes tras la salida extemporánea de Matías Kulfas. Y es que, como Daniel Scioli, también Sergio Massa tiene en claro que el gobierno precisa un golpe de timón, cuyos eventuales resultados positivos le sean adjudicados para aspirar a una candidatura presidencial.
"Ya vendrá el tiempo de la pelea electoral, hoy es tiempo de trabajar y resolver problemas", afirmó el líder del Frente Renovador en un mensaje de alto contenido político. Si algo queda claro para todos es que se necesita aplicar políticas decididas y contundentes, sin ambigüedades. Justamente esto es lo que no puede garantizar Alberto Fernández, sobre cuya lealtad y determinación nadie arriesgaría un cobre.
No por casualidad, Guzmán y Pesce no dejan de reunirse y de imaginar medidas que les permitan conservar sus cuestionados cargos. ¿Les alcanzará con subir las tasas de interés, segmentar tarifas o modificar el corte de gasoil? Dificilmente, sobre todo cuando la presión de Massa para ingresar al gabinete se ha intensificado, potenciada por la llegada de Daniel Scioli.
Por si fuera poco, Cristina aceptó participar el próximo lunes de un acto organizado por la CTA con el sugestivo título: "20 de Junio. La vigencia de Belgrano. Estado, mercado y precios: producción, trabajo y política social en una Argentina bimonetaria". Será desde las 16 hs en Avellaneda, y del mismo participarán 1800 delegados de todo el país.
Con Scioli y Massa ya lanzados a la disputa interna por la candidatura presidencial, desde el cristinismo se pretende relanzar la opción de Axel Kicillof. Sólo sobra un actor, cuya inconsistencia pone en riesgo cualquier intento de relanzamiento del Gobierno. El problema es que ese actor es nada menos que el presidente Alberto Fernández.