Editorial
Política equina

Una Cristina Fernández preparada para el zoológico

La vicepresidente juega con la figura política del mandatario Alberto Fernández y se comienza a adjudicar sin desgano el Sillón de Rivadavia. (Dibujo: NOVA)

La vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, se ha comenzado a convertir en una especie de figura que se exime a las reglas habituales de la política nacional. Llegando a ser una especie de conductora o “líder supremo”, estilo Kim Jong-un.

Nadie niega que la ex Presidente es un claro síntoma de “La Grieta” argentina, en donde se juegan 2 exponentes radicalizados del populismo más siniestro. Ya que, ella misma cuenta con un núcleo de fanáticos inamovibles que representan el 30 por ciento de los votantes, enfrentados a una imagen negativa que superan los 50 puntos.

A partir de allí, no es nada nuevo el hecho de centrar que CFK siempre necesitó de un plus para poder permanecer en el poder político, figurar entre los primeros puestos de las elecciones (tanto generales como legislativas). Desde el peronismo, jamás se la han podido sacar de encima por ser una persona que cuenta con muchos seguidores propios, sobrepasando ya al mismo Partido Justicialista (PJ).

Lo malo de todo ello resulta ser que la viuda de Kirchner utilizó ello como termómetro gubernamental para hacerse de titiritera del máximo mandatario Alberto Fernández, ante cada acto o conferencia de prensa. Manoseando la banda presidencial a su antojo en una suerte de “aquí estoy yo y también mando”. Generando internas que poco tienen que ver con la macropolítica nacional.

Nadie puede negar que, al parecer, el próximo objetivo de ella no está en la presidencia, mucho menos en las elecciones. Su principal camino la deriva hacia lo que es la hegemonía del PJ, poder corroer con La Cámpora todo ello. No dejar siquiera una migaja para poder compartir.

Otra cosa que jamás puede dejarse para el olvido es el hecho de que su apodo de “Yegua” siempre le generó resquemor o hasta algún enojo sin vuelta hacia atrás. Sin embargo, Cristina lo utilizó para hacerse su propia campaña y hasta reírse de ello, sin ánimos de ofensas, denuncias o demás explicaciones más allá de su enfermedad por el autoritarismo.

El quinto capítulo de “Sinceramente”, el libro que ella escribió y utilizó como manifiesto de su pensamiento, está dedicado especialmente al mundo del agro. Entre otras cuestiones, habla sobre las patronales rurales y asegura que “los sojeros la hacían reír por su extremo machismo y gorilismo”. Esos a quienes ella misma culpa de crearle el mote de “Yegua”.

Por suma obviedad, se hizo de ello para poder decantar en un elevado porcentaje de aceptación, típico de la “pragmática Cristina”. Ella misma lo explotó como la imagen de Néstor Kirchner una vez muerto. Ya que, en vida ni siquiera le prestaba atención y lo utilizaba como actor para poder llegar hacia sus metas políticas. Una especie de ducto electoral.

Asimismo, también la ex Presidente “de todos y todas” se encargó de victimizarse en una entrevista con el periodista de Infobae, Luis Novaresio, quien tuvo que escuchar: “En mi Gobierno hubo una libertad absoluta en el República Argentina. A mí me decían yegua, puta y montonera”.

Desde el mote de “Yegua”, se puede justificar que ya hace más de 4 años que se mantuvo en el poder. Como “Puta”, eso queda a revisión de quienes crean, o no, que tuvo amoríos extramatrimoniales con el actual gobernador bonaerense Axel Kicillof y el ex vicepresidente Amado Boudou. En cuanto a “Montonera”, resulta obvio mirando la historia que ella estuvo inmersa con el fusil bajo el brazo.

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