“La limosna es el placer de los ricos, el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho, y por eso, para que la limosna fuese aún más miserable y cruel, inventaron la beneficencia, y así añadir al placer perverso de la limosna, el placer de divertirse con el pretexto del hambre de los pobres”.