Los Juegos Olímpicos de Múnich, cuya inauguración cumplirá cincuenta años, se concibieron como un intento de exorcizar la imagen demoníaca que habían dejado los Juegos de Berlín en 1936, en plena era nazi, y como una oportunidad para mostrar una nueva Alemania, abierta, liberal y democrática.
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA