“Anoten genios de la Economía” había dicho hace unos días atrás la vicepresidenta Cristina Kirchner, que se autopercibe “proscripta”, y parece que el equipo de sus genios actuales no encuentra la fórmula, porque las empresas siguen yéndose del país a raudales. Ya suman 23.
El Gobierno kirchnerista apuesta de lleno por medidas orwellianas para “controlar y monitorear” los precios, aunque sin cosechar ningún resultado satisfactorio hasta la fecha. La Secretaria de Comercio comandada por el economista Matías Tombolini desplegó un arsenal de sanciones y multas contra cadenas de supermercados, alegando que no cumplieron con las pautas previstas por el programa Precios Justos.
El Producto Interior Bruto (PIB) de Argentina se contraerá un 1,6 por ciento en el año 2023, convirtiéndose en el país con peor desempeño económico del conjunto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según lo estimó este organismo multilateral en una nueva actualización de sus previsiones económicas tanto para el presente año como para 2024.
El mes de mayo cerró con licitaciones millonarias en todas las carteras. También en la de Raquel Kelly Olmos, la ministra de Trabajo, quien es recordada por su pasión futbolera al asegurar que lo más importante es que Argentina salga campeón, después se discute la inflación.
El Gobierno demuestra un nivel de improvisación alarmante, dejando en claro una vez más lo que públicamente advirtió Alberto Fernández: no hay plan. La economía opera a la deriva mientras el equipo económico despliega parches temporales para postergar una mayor devaluación oficial, o tan siquiera permitir un desdoblamiento formal.
El kirchnerismo desarticuló completamente el respeto por la seguridad jurídica del país. Argentina perdió su posición mundial como foco atractor de inversión extranjera, la cual había construido en los 90’s con el menemismo.
La realidad de la argentina es tan irónica como cruel, y en un país que se caracteriza por su bonanza para la producción agricola-ganadera, una gran parte de sus habitantes tiene que hacer un esfuerzo descomunal para poder alimentarse, y otra buena porción no llega a cumplir sus necesidades básicas.
Según la medición del Observatorio de la Deuda Social (UCA) la tasa de pobreza habría cerrado el año 2022 alcanzando al 43,2 por ciento de los argentinos, con una metodología diferente y más integral con respecto a la que realiza el INDEC. El enfoque de la UCA es “multidimensional”, con lo cual no solo se tiene en cuenta el ingreso de una canasta básica sino además las necesidades básicas insatisfechas.
Mientras el país se incendia por los cuatro costados y cada vez son más los argentinos que no llegan a fin de mes y tienen que vivir en la miseria, el Gobierno del Frente de Todos no tiene nada más importante que hacer que seguir dándole sin parar a la maquinita de imprimir billetes, aumentando la cantidad de circulante y contribuyendo a la inflación y la devaluación de la moneda.