Los días previos a la presentación de alianzas imprimieron a la inestable política argentina una vorágine en la que nada queda claro y todo podría suceder. De este modo, no resulta absurdo especular con la posibilidad de estallidos drásticos en el tablero político, que permitan configurar un escenario totalmente diferente.
Si hubiera que elegir una palabra para definir el momento actual de la Argentina esa sería la imprevisibilidad. Otros, más críticos, preferirían el término naufragio. Más allá de la diferencia en los puntos de vista, nadie sería capaz de indicar realmente hacia dónde vamos.
La interna del Frente de Todos se reproduce pero no avanza. Alberto Fernández está cada vez más aislado, aferrado a su exigencia de PASO competitivas, mientras observa con resignación cómo todos arman gravitando alrededor de Cristina Fernández. Este 25 de Mayo tuvo que concretar un exilio interno en Chapadmalal. Ya no puede ver la luz pública.
El Frente de Todos ha estallado. Sería difícil precisar el momento. Tal vez con el inicio de la cuarentena. O con las cartas de Cristina. O durante el proceso electoral 2021. Tal vez con la firma del acuerdo con el FMI o con la renuncia de Martín Guzmán. O con el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner.
Aunque las posibilidades de los “Halcones” del PRO de imponerse en la interna de Juntos por el Cambio a través de los votos sean acotadas, su poder de fuego parece estar intacto.
De todas las características de la UCR que el PRO podría haber adoptado escogió la peor: el internismo.