Guste o disguste, los cambios que venían siendo un secreto a voces en los últimos días terminaron por concretarse. Como sucede desde hace un tiempo en nuestro país, el mercado los anticipó y un día antes los dólares alternativos comenzaron a bajar rápidamente y las acciones y bonos soberanos argentinos en dólares pegaron en salto, tanto aquí como en la bolsa de Wall Street.
A sólo quince días de su designación, los rumores sobre el recambio de la ministra de Economía generan un silencio ensordecedor en la conducción del Frente de Todos, a punto tal que desde la Casa Rosada bajaron una indicación muy preocupante: Hay que aguantar a Silvina Batakis porque lo que viene es peor.
El “albertismo” es moderno y progresista. No le importa la realidad, sino su autopercepción de la misma. Por eso Alberto Fernández tiene como referente a Bob Dylan y no a Juan Domingo Perón. Aunque no se atreva a decirlo, aún el Presidente cree en su fuero íntimo que podrá aspirar a la reelección, aunque no podría dar una sola razón para justificarlo.
En el entorno de Alberto Fernández dejaron filtrar que el presidente atraviesa una situación de stress. Los últimos días le infligieron duros golpes, tanto a su autoridad política como a su autoestima.
En apenas quince días, Daniel Scioli pasó de ser “la gran esperanza blanca” a la desazón y la frustración. Sin dólares, relegado de la toma de decisiones y con un gobierno en retirada, gestionar el Ministerio de Desarrollo Productivo es inviable.