El “albertismo” es moderno y progresista. No le importa la realidad, sino su autopercepción de la misma. Por eso Alberto Fernández tiene como referente a Bob Dylan y no a Juan Domingo Perón. Aunque no se atreva a decirlo, aún el Presidente cree en su fuero íntimo que podrá aspirar a la reelección, aunque no podría dar una sola razón para justificarlo.
En el entorno de Alberto Fernández dejaron filtrar que el presidente atraviesa una situación de stress. Los últimos días le infligieron duros golpes, tanto a su autoridad política como a su autoestima.
En apenas quince días, Daniel Scioli pasó de ser “la gran esperanza blanca” a la desazón y la frustración. Sin dólares, relegado de la toma de decisiones y con un gobierno en retirada, gestionar el Ministerio de Desarrollo Productivo es inviable.
Cristina Kirchner habló el lunes en Avellaneda. Como siempre, les habló a los propios para autoelogiarse, y a los ajenos para provocarlos.
Finalmente, Daniel Scioli asumió la cartera de Desarrollo Productivo. Por más que fuera recibido de manera cordial por Alberto Fernández, el recambio ministerial ha sido, a todas luces, una derrota. Y no cualquier derrota, ya que debió desembarazarse del ministro que “mejor interpretaba su pensamiento económico”, según la definición de Emmanuel Álvarez Agis. Pero hay varios factores adicionales, que agravan aún más los costos para el presidente hippie.