Cristina Kirchner habló el lunes en Avellaneda. Como siempre, les habló a los propios para autoelogiarse, y a los ajenos para provocarlos.
Finalmente, Daniel Scioli asumió la cartera de Desarrollo Productivo. Por más que fuera recibido de manera cordial por Alberto Fernández, el recambio ministerial ha sido, a todas luces, una derrota. Y no cualquier derrota, ya que debió desembarazarse del ministro que “mejor interpretaba su pensamiento económico”, según la definición de Emmanuel Álvarez Agis. Pero hay varios factores adicionales, que agravan aún más los costos para el presidente hippie.
El viernes de la semana pasada Cristina Fernández le exigió una vez más a Alberto Fernández que “use la lapicera”. Ya lo había hecho unos días antes Gerardo Martinez, secretario General de UOCRA. La procrastinación permanente del presidente irrita a propios y no tan propios dentro del Frente de Todos, mientras que la oposición se frota las manos.
No los une el amor, sino el espanto. Necesidades de política interna y la arrasadora transformación geopolítica actual permitieron recomponer la relación entre Joe Biden y Alberto Fernández.
Poco después de la inesperada renuncia de Roberto Feletti, Mauricio Macri salió a formular una no menos inesperada reivindicación de Cristina Fernández.