El viernes de la semana pasada Cristina Fernández le exigió una vez más a Alberto Fernández que “use la lapicera”. Ya lo había hecho unos días antes Gerardo Martinez, secretario General de UOCRA. La procrastinación permanente del presidente irrita a propios y no tan propios dentro del Frente de Todos, mientras que la oposición se frota las manos.
No los une el amor, sino el espanto. Necesidades de política interna y la arrasadora transformación geopolítica actual permitieron recomponer la relación entre Joe Biden y Alberto Fernández.
Poco después de la inesperada renuncia de Roberto Feletti, Mauricio Macri salió a formular una no menos inesperada reivindicación de Cristina Fernández.
El jueves pasado se realizó una reunión amplia del Gabinete nacional, otra vez con resultados decepcionantes. El Gobierno funciona de manera errática y contradictoria, y ni siquiera consigue acordar posiciones comunes. Y para peor, Alberto Fernández no participó del encuentro por segunda vez consecutiva, ya que ahora viajó a San Juan y dejó a sus ministros en banda. “Que se hagan cargo de tener un presidente como yo”, habrá pensado.
Alberto Fernández continúa su gira europea que, como la mayoría de sus acciones, es una falacia. Se decidió de improviso, prácticamente sin agenda, con el único objetivo de tomar distancia de la Argentina para consolidar desde el viejo continente su novedosa posición confrontativa con Cristina Kirchner.