La Guerra contra la inflación que anunció Alberto Fernández meses atrás quedó archivada en la agenda oficial. Condicionado por los términos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), las presiones corporativas y la pasividad sindical, el Gobierno no está en condiciones de presentar un solo indicador alentador para los consumidores argentinos.
Concluye el mes de septiembre, y con él –al menos en teoría- la vigencia del “dólar soja”. Mientras que el Ministerio de Economía busca desesperadamente otros sectores que puedan aportar divisas, para beneficiarlos con dólares especiales para instarlos a concretar operaciones de venta, la proximidad del Mundial de Qatar 2022 plantea un nuevo desafío inmediato.
La política argentina nunca deja de sorprendernos. Si algo faltaba era la definición del “combativo” Pablo Moyano sobre el Embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley. “Es mucho más peronista que muchos de los nuestros”, expresó.
Primero fue el fiscal Diego Luciani con su desvalido alegato y un insostenible pedido de 12 años de prisión (uno por cada sostén de la “Década Ganada”) y la clausura de la vida pública de Cristina Fernández de Kirchner. Tal vez, en el futuro, al doctor le convendría reemplazar su agresividad e histrionismo por un trabajo más consecuente y sólido.
El sábado pasado no fue uno más para Horacio Rodríguez Larreta. Quizá en unos meses deba achacar el cambio de su fortuna política a la estrategia diseñada para ese día.