Desde el inicio de la campaña electoral 2019, Alberto Fernández comenzó a presentarse como “desconstruido”. Adoptó el lenguaje inclusivo, prometió sumarse a la “ola del feminismo”, impulsó el proyecto de Ley de Aborto legal, seguro y gratuito y creó el Ministerio de la Mujer. También resultaron habituales sus interpelaciones a “Todos, todas y todes”.
Alberto Fernández visitó Chile en su primer viaje internacional como presidente. Pese a que Sebastián Piñera es el referente de una fuerza política similar a Juntos por el Cambio, el primer magistrado argentino apareció sonriente y muy cómodo en el escenario chileno. Casi un compinche de Piñera. En definitiva, no son tan diferentes. Sólo disienten en la fuerza política y la procedencia de los votos que los llevaron a la presidencia. Pero ambos gobiernan para los mismos intereses.
La Argentina es un país bastante predecible. La velocidad de los hechos cotidianos puede confundirnos a veces, hacernos dudar. Pero cuando se analiza el proceso en el mediano y el largo plazo, se descubre el funcionamiento de un mecanismo de relojería suizo casi perfecto. El problema es que está programado para conducirnos a la catástrofe.
“Quiso ser Alfonsín, pero terminará siendo 'chupete' De la Rúa”. La afirmación de Guillermo Moreno, reiterada desde hace varios meses, resuena cada vez con mayor credibilidad.
La economía y el virus le vienen pisando los talones a la gestión de Frente de Todos desde hace un largo tiempo y hasta el momento el gobierno no ha encontrado una solución fructífera. Más allá del aislamiento social, preventivo y obligatorio, los casos de Covid-19 continúan aumentando al ritmo que se despedaza la fase financiera.