La última semana en territorio nacional, como así también en el resto del mundo, estuvo marcada por la agenda de la enfermedad que despertó la psicosis generalizada. En nuestro país, desde el Ministerio de Salud, se comenzaron a tomar algunas medidas con el objetivo de evitar la propagación del Covid-19, que hasta el momento tiene más de 30 casos en Argentina. Una de ellas fue el incremento de 1.700 millones de pesos en las partidas para combatir el virus.
El gobierno anunció finalmente un incremento en las retenciones, algo que se preveía desde hace varias semanas pero que no se había confirmado oficialmente. La respuesta inmediata de los productores rurales, que no esperaron demasiado para manifestar su descontento con la decisión, fue subirse a los tractores e iniciar una medida de fuerza.
Por primera vez desde el cambio de gobierno, el foco de atención no está puesto en la economía y ahora los ojos se posaron en el peligro de las enfermedades que podrían perjudicar a la población. La alarma generalizada ante el virus chino provocó que los barbijos desaparecieran de las farmacias y, a la vez, que aumentaran su valor debido a las demandas.
Está claro que el gobierno tiene varias obligaciones por delante y algunas que ya pasaron sin demasiada repercusión. En los últimos días, y luego de las negociaciones que encaró el ministro de Economía, Martín Guzmán, el Fondo Monetario Internacional le hizo un guiño a la Argentina y en comunicado histórico sostuvo que la deuda de nuestro país “no es sostenible”.
Las finanzas del país, a pesar del cambio de gobierno, siguen complicadas y se convirtieron en el principal dolor de la cabeza de la nueva gestión. A pesar de los intentos de reflotar el consumo con distintas medidas como el aumento solidario o la tarjeta alimentaria, en su rubro que todavía no ha podido crecer y sigue estancado como en los últimos años.