El 10 de diciembre de 2019 se produjo un cambio significativo en la Argentina, desde lo político y también desde lo ideológico. Se cumplieron los primeros 30 días del nuevo gobierno que en este mes dio signos claros de lo que será su gestión, con pequeños gestos que inclinaron la balanza para saber que, en algunas cuestiones, será totalmente diferente a lo anterior.
Desde que asumió el diciembre del año pasado, Alberto Fernández tomó medidas extremas que apostaron a intensificar algunos sectores. Más allá del antipático incremento del 30 por ciento a las compras con tarjeta en dólares en el extranjero, que intenta recaudar en la moneda estadounidense para engrosar las arcas del Banco Central, el nuevo gobierno ha dado un giro en la política económica.
Las primeras semanas de la gestión de Alberto Fernández están marcadas por las decisiones drásticas para intentar reflotar una economía hundida. Para ello, debió tomar algunas medidas que no cayeron bien en un sector de la sociedad que viene sufriendo los golpes desde hace varios años y que, una vez más, ve como los bolsillos se van achicando.
Apenas diez días después de dejar la presidencia tras la derrota electoral, Mauricio Macri optó por abandonar el país en medio de un debate fundamental para el futuro de los argentinos. Además, cedió las responsabilidades en las negociaciones con respecto al paquete de emergencias y desde el traspaso de mando optó por un perfil bajo.
La era de Cambiemos llegó a su fin, tras cuatro años de ajuste profundo, dejando una economía devastada. Al mismo tiempo se inició la gestión de Alberto Fernández, con un discurso que tuvo pasajes confrontativos y por momentos conciliadores, aunque con una actitud que intentó marcarle la cancha a la oposición.