Hasta el momento en que se confirmó la domiciliaria a Cristina Kirchner, Javier Milei estaba nadando en el regocijo de un peronismo fracturado, herido de muerte, cuyas piezas sueltas apenas alcanzaban para ejercer una disputa interna en la provincia de Buenos Aires, jurisdicción clave a nivel electoral y objetivo certero de La Libertad Avanza.
El prescindente Javier Milei reafirmó su deseo de que la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner cumpla prisión efectiva, aunque subrayó que la ejecución de una condena corresponde al Poder Judicial.
Claro que Javier Milei va a quedar en los libros de historia. No por gobernar para “cambiar las cosas” de cuajo, como aseguró en campaña, sino por perpetuar el juego perverso del poder al que nos tienen acostumbrados. Pero esta vez, con un agravante sin precedentes: el maltrato y el desprecio hacia los más débiles.
A raíz de la decisión de Axel Kicillof de desdoblar las elecciones bonaerenses y de su posterior lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), la interna entre Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador bonaerense se instaló como el síntoma más evidente de la fractura que atraviesa hoy el peronismo en su principal bastión electoral.
Este domingo patrio, en el tradicional Tedeum del 25 de Mayo, a Javier Milei no le quedó otra opción que escuchar, cara a cara, todas las verdades que se empeña en desoír sobre su gestión. Sin reparos, el arzobispo Jorge García Cuerva le bajó los humos en minutos, frente a millones de argentinos, enrostrándole su habitual práctica de “terrorismo en las redes”, y pidiéndole que se aparte del “barro de la violencia y el odio”.