Nada es casual. Justo cuando los sondeos de opinión marcan por primera vez una caída significativa en la imagen presidencial y la calle levanta temperatura con la amenaza de conflictos latentes en un escenario económico crítico, el Gobierno decidió poner el moño formal a una especie de tregua con la CGT, que desde el entorno más próximo a Javier Milei venían cocinando desde hace largas semanas.
Te despertaste a las diez de la mañana luego de una larga noche de insomnio. Revisaste el celular, controlaste una a una tus infinitas redes sociales. Te devolvieron twitter, ahora X, con la advertencia de que en la próxima te lo inhabilitan de por vida por decirle al ministro de Economía que habría que mandarlo al paredón.
Cuando gritaba en plena campaña política, totalmente poseído por la ambición de convertirse en Presidente de la Nación, Javier Milei aseguraba que iba a morir “la idea de que el Estado es un botín a repartirse entre los políticos y sus amigos”, mientras criticaba a la casta, definida como “aquellos que están en la política, pero son inmorales”.
José Luis Espert busca posicionarse como el candidato de La Libertad Avanza (LLA) para encabezar la boleta de la provincia de Buenos Aires en las próximas elecciones de medio término.
Hoy es la madre de todas las batallas. En un escenario donde las batallas se multiplican. En la interna de La Libertad Avanza (LLA), con legisladores y funcionarios que se pelean todos contra todos, hay una disputa que es la más colosal y potente.
El partido y el Gobierno del presidente Javier Milei centrifugan. Atraen menos cuadros de los que expulsa. Es otra singularidad de su método de gestión política, de efectos inciertos.