Sin duda, las próximas elecciones presidenciales se perfilan como un momento bisagra en la historia política del país. Claramente, el oficialismo atraviesa una profunda crisis en la que carece de candidatos con el caudal político suficiente para ganar un segmento que le permita reinventarse y resurgir del fuego, en un intento desesperado de no convertirse en cenizas. Los escasos nombres que suenan no logran encontrar una vía de escape que les permita posicionarse con peso propio en las urnas, cualquiera sea el motivo.
El Gobierno de Alberto Fernández, nace como la coalición política de lo posible, en la unidad entre el Frente de Todos (FdT) con Cristina Fernández de Kirchner, el Frente Renovador (FR) de Sergio Massa, los gobernadores y diversos grupos peronistas, y no tan peronistas como Patria prande o el PCR.
Un nuevo Día del Trabajador inaugura el mes de mayo de este particular 2023 cargado de crisis política, social y económica en Argentina, un país malacostumbrado a sobrevivir, naturalmente rico, pero gobernado por una dirigencia inepta, perversa y mediocre.
La reacción del Gobierno nacional frente a la crisis de seguridad que sacude a la ciudad de Rosario (Santa Fe) desde hace varios años y el gran despliegue periodístico con que se publicitó la baja de beneficiarios de programas de empleo como el Potenciar Trabajo traen consigo un interrogante: ¿Se ha impuesto un sentido común de derecha en varios frentes?
Por Mario Casalongue, militante peronista.