Finalmente, ocurrió lo que se anticipaba y el Congreso podría aprobar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el gobierno de Alberto Fernández lleva cabo lo que, ellos lo niegan, significará un ajuste sobre el pueblo argentino.
Resignados a un nuevo año de suba de tarifas, este mes los argentinos comienzan a padecer la amargura de un desagradable desafío que ya conocen: buscar un nuevo modo de pilotear la problemática de los aumentos, que llegan con cifras muy difíciles de afrontar.
Luego del desastre ambiental que atraviesa no solo a Corrientes, sino a muchas otras provincias, donde hubo o hay focos de incendios forestales como Río Negro y Neuquén, entre otras, quedó en claro la ineficacia e ineptitud del Ministerio de Ambiente y todo el Gobierno nacional.
La desidia, la improvisación y la metodología de atar con alambre las problemáticas que día a día agravan la crisis que atraviesa la Argentina ya se han convertido en un rasgo característico del Gobierno que prometía desintoxicar al país de los males gestados durante la gestión anterior.
Desde que terminó su mandato como diputada nacional, Gabriela Cerruti, fue reacomodada en el Gobierno de la mano del presidente Alberto Fernández, quien la designó como portavoz oficial de la Casa Rosada.