Alberto Fernández aprovecha el momento de debilidad que padece Cristina Kirchner, su máximo enemigo interno, para caldear una nueva candidatura presidencial de cara a 2023. Ni su paupérrima gestión ni sus problemas de salud le quitan la idea fija: una reelección en la que pueda sacarse de encima a esa mujer que le pisa los talones, le pone palos en la rueda y mantiene su mente atormentada.
Aunque falten ocho meses para que se inicie, formalmente, el proceso electoral, en el gobierno nacional y en Juntos por el Cambio (JxC) se respira un aire viciado por las votaciones del próximo año. Sobre todo en la oposición, donde se vive un proceso de reorganización y discusión de poder con final abierto.
La semana pasada, el presidente Alberto Fernández se las arregló perfectamente para evitar su presencia en el acto que encabezó Cristina Fernández de Kirchner en La Plata, donde convocó a más de 50 mil militantes que le rogaban que vuelva al Gobierno, como si no fuera parte del mismo en este crítico momento político y socioeconómico.
En el último mes, el presidente Alberto Fernández sufrió una verdadera sangría en su elenco: dos ministros que estaban de licencia como intendentes ya volvieron a sus distritos; la ministra de Mujeres renunció criticando un operativo (contra supuestos mapuches) de la cartera de Seguridad.
Voy a hacer lo que tenga que hacer para que el pueblo recupere la ilusión, disparó Cristina Kirchner muy suelta de cuerpo y de lengua, como es habitual en ella, al participar este viernes como invitada en un acto de la UOM que le dio el marco que necesitaba para advertir que sigue en pie de cara a 2023.