La semana pasada, el presidente Alberto Fernández se las arregló perfectamente para evitar su presencia en el acto que encabezó Cristina Fernández de Kirchner en La Plata, donde convocó a más de 50 mil militantes que le rogaban que vuelva al Gobierno, como si no fuera parte del mismo en este crítico momento político y socioeconómico.
En el último mes, el presidente Alberto Fernández sufrió una verdadera sangría en su elenco: dos ministros que estaban de licencia como intendentes ya volvieron a sus distritos; la ministra de Mujeres renunció criticando un operativo (contra supuestos mapuches) de la cartera de Seguridad.
Voy a hacer lo que tenga que hacer para que el pueblo recupere la ilusión, disparó Cristina Kirchner muy suelta de cuerpo y de lengua, como es habitual en ella, al participar este viernes como invitada en un acto de la UOM que le dio el marco que necesitaba para advertir que sigue en pie de cara a 2023.
Las políticas de ética y sostenibilidad intra administración pública aún brillan por su ausencia sistémica y eso se refleja en la calidad de las políticas públicas por falta de integridad.
Desde que la imagen de Alberto Fernández comenzó a flaquear tras las fallidas decisiones que viene tomando desde el inicio de la pandemia, que afectaron no solo la calidad de vida sino también la salud mental de millones de argentinos, el mandatario nacional no deja de protagonizar lamentables e indignantes episodios que lo transforman en el hazmerreír de la Argentina y el mundo.