El Gobierno nacional está tomando medidas en clave electoral, como lo dicen abiertamente sin tapujos desde el ámbito de la Casa Rosada e incluso de la Provincia, con el fin de revertir el duro golpe que fueron las PASO en septiembre pasado.
No es novedad que los políticos argentinos tienen la idea fija en la toma de poder, y una vez que alcanzan esa meta, van por la perpetuación de un modelo. Y en época electoral, ya es una regla que omitan la problemática de la inseguridad, que día a día provoca nuevas muertes, especialmente en focos de delincuencia como el conurbano bonaerense y Rosario, aunque sin exceptuar otras zonas del país.
Sepultado quedó aquel modelo de país que una parte del resto del mundo elegía para buscar una oportunidad de supervivencia y crecimiento durante los siglos XIX y XX, lejos de los conflictos geopolíticos, la pobreza y la falta de trabajo que se vivía en Europa. Un fenómeno histórico en el que Argentina tuvo un rol particular por su capacidad receptora de almas sin rumbo, ofreciendo un panorama de estabilidad política y económica.
Luego del golpe sobre la mesa que dio Cristina Fernández de Kirchner en el Gobierno nacional, la que pareciera manejar las riendas de la Casa Rosada ahora directamente es la vicepresidenta a través de sus ministros, incluso viéndose muy desaparecida la figura del presidente Alberto Fernández de la escena pública, desde el pasado 12 de septiembre.
“El circo continuará mientras haya gente que aplauda a los payasos”, dice una frase popular, que se ajusta a la perfección al comportamiento del electorado en las urnas el 12 de septiembre pasado, cuando la contundencia de los votos contra el Gobierno le bajó los humos a la gestión albertista.