Sepultado quedó aquel modelo de país que una parte del resto del mundo elegía para buscar una oportunidad de supervivencia y crecimiento durante los siglos XIX y XX, lejos de los conflictos geopolíticos, la pobreza y la falta de trabajo que se vivía en Europa. Un fenómeno histórico en el que Argentina tuvo un rol particular por su capacidad receptora de almas sin rumbo, ofreciendo un panorama de estabilidad política y económica.
Luego del golpe sobre la mesa que dio Cristina Fernández de Kirchner en el Gobierno nacional, la que pareciera manejar las riendas de la Casa Rosada ahora directamente es la vicepresidenta a través de sus ministros, incluso viéndose muy desaparecida la figura del presidente Alberto Fernández de la escena pública, desde el pasado 12 de septiembre.
“El circo continuará mientras haya gente que aplauda a los payasos”, dice una frase popular, que se ajusta a la perfección al comportamiento del electorado en las urnas el 12 de septiembre pasado, cuando la contundencia de los votos contra el Gobierno le bajó los humos a la gestión albertista.
Finalmente, las elecciones primarias le salieron carísimas al presidente Alberto Fernández, que se vio obligado a ceder ante las presiones de Cristina Kirchner y todo el sector camporista que barrió a medio Gabinete de Gobierno el pasado fin de semana.
Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe, reconoció Alberto Fernández tras la brutal derrota de este domingo en las urnas, que dejó a los referentes del oficialismo perplejos y, por primera vez, sin capacidad de oratoria.
En el inicio del mes, el pasado jueves de 2 septiembre fue una fecha icónica por el Día de la Industria, que volvió a abrir una grieta entre el Gobierno y un importante sector económico como es, justamente, el industrial.