La rápida decisión del Gobierno de ubicar al pueblo en cuarentena, que a mediados de marzo la mayor parte del país aplaudía y miraba con ojos benevolentes, a dos meses de su inicio adquiere otro significado. La opinión de los argentinos comienza a darse vuelta de manera proporcional a sus padecimientos.
El coronavirus en las villas porteñas no da tregua. A la fecha, son 1.201 los infectados y representan el 30 por ciento de los casos de la ciudad de Buenos Aires. La asistencia alimentaria y sanitaria llegó demasiado tarde y el brote le dio un cachetazo al gobierno local, provincial y nacional.
La problemática de la pandemia vino a mostrarle al mundo lo frágil que puede ser el hombre frente a aquellos sucesos que escapan a su control, y también a poner de relieve los males que aquejan a cada nación desde hace años.
Es conocida mi oposición a ejercer la facultad del indulto. Digo esto en momentos en que una campaña mediática se desata acusando al Gobierno que presido de querer favorecer la libertad de quienes han sido condenados, escribió en Twitter Alberto Fernández, en un intento desesperado por calmar las aguas en medio de la liberación de presos a raíz de la pandemia del coronavirus.
Pasó poco más de un mes desde que el gobierno decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio; y en ese marco los primeros datos relevados arrojan que hasta el momento el virus está controlado. Lo que se intenta evitar es lo que está sucediendo en países como Brasil, donde la pandemia avanza dejando un tendal de fallecidos por la irresponsabilidad de Jair Bolsonaro.
A más de un mes de la implementación del aislamiento social, preventivo y obligatorio dictado por el gobierno, los números parecen haber acompañado la decisión del Alberto Fernández. El confinamiento tuvo dos etapas, y estamos llegando al final de la segunda, luego de que se haya decido extender para evitar la propagación del virus.