“Este es el principio del fin de este Gobierno”, “No quiere que la gente se manifieste”, “De todos depende decir basta”, son algunas de las afirmaciones que surgieron en el marco de la sangrienta movilización del miércoles pasado, en la que la represión feroz trajo a la memoria una vez más las etapas más oscuras de la historia de nuestro país.
Santiago Caputo se ha convertido en el arquitecto en las sombras de la nueva política bonaerense.
Se cree emperador, aunque apenas llega a payaso. Así lo demostró Javier Milei camino a la apertura de las sesiones ordinarias, al escoltarse de un ejército de granaderos a caballo, utilizando recursos del Estado para enaltecer su figura, la cual pierde cada vez más credibilidad en la opinión pública.
La pérdida de influencia que atraviesa Santiago Caputo, asesor presidencial, se erige como un síntoma revelador de las tensiones y dinámicas internas que configuran la política actual.
Al Presidente “dinamita”, experto en abusar del lenguaje y las redes sociales, la mecha le está quedando corta.