Durante su juventud, Felipe VI, el heredero al trono español, parecía destinado a ser uno de los solteros más codiciados de España. Sin embargo, su timidez y las altas expectativas de sus padres, los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, complicaron la búsqueda de una pareja adecuada. Mientras estudiaba en Washington, su vida amorosa empezó a florecer lejos del ojo público, pero las relaciones que mantuvo no cumplían con los requisitos de la realeza.