El presidente ruso Vladimir Putin, que durante las negociaciones previas a la ofensiva del 24 de febrero puso como líneas rojas la renuncia a la Alianza de los actuales miembros del este de Europa, y que denunció que los hipotéticos misiles de la OTAN en Ucrania podrían alcanzar Moscú “en minutos”, no pone pegas, sin embargo, a que la plataforma militar amplíe en 1.300 kilómetros su frontera con el país eslavo y tenga al lado San Petersburgo, la segunda mayor ciudad de Rusia