El primer intento de zarpar, el domingo, terminó abruptamente al enfrentar vientos superiores a los 30 nudos (más de 56 km/h), lo que llevó a varias embarcaciones —sobre todo las de menor tamaño— a volver a puerto por los riesgos que implicaban las condiciones marítimas extremas.

En ese contexto, algunos buques también sufrieron desperfectos técnicos como fugas, fallas eléctricas y motores averiados, lo que obligó a realizar tareas de reparación, reabastecimiento y ajustes de tripulación antes de reemprender el viaje.

Finalmente, la flotilla compuesta por unos veinte barcos —aunque inicialmente se había hablado de entre 20 y 30— retomó la travesía desde Barcelona rumbo a Túnez, como escala técnica antes de dirigirse hacia la Franja de Gaza.

Desde allí, esperan encontrarse con otras embarcaciones que se unirán desde puertos de Túnez, Grecia e Italia, en lo que podría convertirse en la mayor operación marítima de solidaridad con Gaza en los últimos años.

La participación internacional es amplia: activistas, políticos y artistas de unos 44 países integran la misión, incluyendo figuras como la activista climática Greta Thunberg, la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau, el actor Liam Cunningham y la actriz Susan Sarandon. A bordo viajan más de 200 personas voluntarias con el propósito de visibilizar la crisis humanitaria y desafiar lo que califican de “asedio ilegal” de Israel sobre Gaza.

Asimismo, la tensión política crece: el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, propuso catalogar como “terroristas” a los participantes de la flotilla, lo que implicaría detenciones prolongadas en prisiones de alta seguridad en caso de interceptación.

Por su parte, la misión ha denunciado además la presencia de drones sobrevolando los barcos, lo que ha sido interpretado como un acto de vigilancia por parte, presuntamente, de autoridades israelíes.