Netanyahu defendió su decisión en un breve video difundido por redes sociales: “¿Qué hay de malo en esto? Solo salva la vida de soldados israelíes. Publicitarlo solo ayuda a Hamás”. Pero sus declaraciones llegan en medio de acusaciones de que las milicias apoyadas podrían estar involucradas en actividades criminales, incluyendo el saqueo de ayuda humanitaria, según denuncian desde hace meses trabajadores humanitarios en el sur de Gaza.

El líder opositor Avigdor Lieberman, exministro de Defensa, fue quien destapó la situación, acusando al primer ministro de actuar “sin consultar al gabinete” y de entregar armas a “grupos criminales identificados con el Estado Islámico”. Lieberman afirmó que el jefe del Shin Bet, Ronen Bar, estaba al tanto de la maniobra, aunque no quedó claro si lo estaba también el jefe del Estado Mayor de las FDI.

Fuentes de seguridad confirmaron luego que el gobierno israelí ha estado armando al clan Abu Shabab con fusiles Kalashnikov, incluidos algunos confiscados a Hamás. El grupo, liderado por Yasser Abu Shabab, afirma que su objetivo es proteger los convoyes humanitarios, aunque sus críticos sostienen que los asaltan y desvían ayuda.

El escándalo ha generado duras críticas dentro del oficialismo, donde varios políticos advierten que esta estrategia podría terminar alimentando nuevas amenazas para la seguridad nacional.