¡Afuera todos! ¡Quiero estar sola! Villarruel limpió su Gabinete en tiempo récord

Apenas un mes le duró Eduardo Viramonte Olmos a Victoria Villarruel. El ahora ex secretario administrativo del Senado presentó su renuncia indeclinable y dejó una bomba interna que la vicepresidenta debió desactivar reordenando su mesa chica. “No cuento con las facultades necesarias para el ejercicio del cargo”, escribió en una carta seca, sin espacio para segundas lecturas.
La renuncia no sorprendió en los pasillos del Congreso, donde ya se rumoreaba que Villarruel no estaba dispuesta a soltar el control de los resortes sensibles de la Cámara alta. “No se le sacó la firma, nunca la tuvo”, dicen con sorna desde su entorno.
Renunció Emilio Viramonte, Secretario Administrativo del Senado y en algún momento parte de la mesa chica de Victoria Villarruel. “Razones de decoro y ética republicana me impiden permanecer en el cargo”. Picante. Duró apenas un mes. Parece complicado el entorno de la Vice. pic.twitter.com/um39eQnZ4L
— Manu Jove (@manujove) June 6, 2025
Viramonte Olmos, un abogado cordobés que llegó como hombre de confianza de la vice, se encontró con una presidencia que no está para delegar. Nada de licitaciones ni presupuestos sin el visto bueno directo. Un modelo diametralmente opuesto al de Cristina Fernández de Kirchner, que delegaba todo, o al de Gabriela Michetti, que repartía poder con cierta fluidez.
Pero Villarruel, que ya enfrenta un frente frío desde la Casa Rosada (con la distancia gélida de Karina Milei incluida) no piensa regalarse errores: el control total es su escudo.
La carta de renuncia fue recibida el viernes 6 de junio, y con eso se activó el rediseño exprés del equipo. Entran Claudio Gallardo, Mario Russo, Iris Speroni, María Eugenia Tasende, Francisco Funes y Juan Manuel Gestoso Presas. Salen Juan Martín Donato, Gonzalo Izurieta y, claro, el propio Viramonte.
El Senado se rearma a gusto de la vicepresidente, justo cuando las tensiones con el Ejecutivo nacional vuelven a escalar. Las señales son claras: Villarruel va a fondo. Prefiere un equipo chico y disciplinado, antes que compartir decisiones con funcionarios incómodos.
Mientras tanto, el Congreso avanza hacia un escenario clave: las elecciones legislativas se asoman en el calendario y cada movimiento interno (renuncias incluidas) empieza a leerse en clave de poder. Y en la guerra fría con la Rosada, Villarruel parece haber mandado un mensaje: el Senado se maneja desde su escritorio, no desde otro lado.