Después de una etapa en la que había dejado atrás su identidad más violenta, Frank Castle retoma su rol como el implacable vigilante conocido como el Castigador.

La nueva historia lo muestra nuevamente en acción, armado y decidido a hacer justicia por mano propia, en un mundo donde la ley parece no alcanzar.

Durante un tiempo, el personaje había transitado un camino distinto, más introspectivo, alejado de las armas de fuego y de su emblema clásico. Esa versión había generado opiniones divididas entre los seguidores.

Sin embargo, con su regreso, Castle se reencuentra con su esencia original: un hombre marcado por la tragedia, dispuesto a enfrentarse al crimen sin concesiones.

Este relanzamiento del personaje apunta a recuperar el tono crudo y directo que lo convirtió en uno de los antihéroes más reconocidos del universo de los cómics.

La calavera vuelve a estar presente en su pecho, y su guerra contra el crimen se reanuda con una violencia que no intenta ser disimulada.

Con este giro, se busca revitalizar una figura icónica que parecía haber perdido el rumbo. Frank Castle vuelve a ser el Castigador, y nadie está a salvo si está en su lista.