La historia viviente
23 de junio de 1968

Puerta 12, la tragedia que el fútbol prefirió olvidar

71 personas murieron asfixiadas y aplastadas en la puerta 12 de la tribuna general visitante, y más de un centenar resultaron heridas.

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

Domingo 23 de junio de 1968. El superclásico entre River y Boca terminó en empate sin goles en el estadio Monumental. Pero lo que debía ser una tarde de fútbol se convirtió en la mayor tragedia del fútbol argentino: 71 personas murieron asfixiadas y aplastadas en la puerta 12 de la tribuna general visitante, y más de un centenar resultaron heridas.

La Argentina de entonces estaba bajo la dictadura del rústico general Juan Carlos Onganía. El país atravesaba una etapa de represión política, censura y disciplinamiento social. La economía, dirigida por Adalbert Krieger Vasena, aplicaba un modelo ortodoxo: congelamiento de salarios, devaluación del 40 por ciento y apertura a las importaciones.

El fútbol, como espectáculo de masas, era una válvula de escape y la tribuna popular era de los pocos lugares donde se podía liberar tensiones. Otros espacios para expresar repudio a la dictadura eran la canción de protesta y el cine político. Esa tarde los hinchas cometieron un pecado que para el escaso intelecto de los vigilantes merecía un castigo ejemplar: habían cantado la Marcha Peronista

La tragedia ocurrió al finalizar el partido, cuando miles de hinchas de Boca -por esa época no había violencia y los visitantes podían ir en familia a la cancha sin temor- intentaron salir por la Puerta 12, ubicada en la tribuna Centenario Alta.

Las versiones sobre lo que pasó son contradictorias. Algunos testigos hablaron de molinetes que no fueron retirados, otros de una puerta cerrada. Pero la hipótesis más persistente —y más incómoda— es la que planteó el periodista Pablo Lisotto, que señala a la Policía Federal

"Hubo un operativo policial para impedir la salida de la gente y atrás de esa barrera de efectivos de a pie, por lo menos seis integrantes de la policía montada repartiendo palazos, con lo cual eso generó un pánico generalizado capaz de hacer que la gente debiera elegir entre salir hacia ese destino de golpes o bien recular hacia la misma escalera" dijo el hombre de prensa en su libro "Una tarde de junio", publicado en 2023.

Para Lisotto, "Cuando esto ocurre, se genera un fenómeno acordeón entre la masa humana y el resultado es que, entre tanta locura y tanta desesperación, mucha gente muere aplastada y asfixiada. Y así sucedió. Los cuerpos de las víctimas quedaron morados, estaban irreconocibles para muchos de sus familiares".

El túnel de la Puerta 12 era oscuro, empinado y resbaladizo. La presión de la multitud que descendía se volvió insoportable. Los cuerpos se amontonaron, se comprimieron, se quebraron. Muchos murieron de pie, sin espacio para caer. Otros fueron pisoteados. La escena fue dantesca.

El operativo de rescate fue lamentable. Las ambulancias llegaron tarde y los cadáveres fueron apilados en la Comisaría 33. La mayoría de los medios de la época estaban alineados con el régimen por censura, pero también por convicción. Minimizaron el hecho y eliminaron las palabras “tragedia” y “responsables” cuidando las formas para no inculpar a la seguridad del club, ni a Asociación del Fútbol Argentino, ni a la Policía Federal Argentina.

Después del horror fue el tiempo de las actuaciones judiciales. Fue la segunda muerte de las víctimas. Inicialmente hubo dos directivos de River que fueron detenidos, pero por poco tiempo. La Justicia no logró determinar la responsabilidad de los encargados de la puerta, por lo cual no hubo condenas para nadie.

En el fuero civil, la AFA y River ofrecieron una indemnización colectiva de apenas 100.000 dólares -a razón de poco más de mil dólares por fallecido- a cambio de que los familiares no continúen por la vía legal. Dos deudos de fallecidos en el hecho continuaron con la acción civil y al cabo de unos años lograron percibir una indemnización de 50.000 dólares cada uno.

Durante décadas, ni River ni Boca recordaron oficialmente a las víctimas. La Puerta 12 fue rebautizada varias veces y actualmente es el “Acceso M”, como si el cambio de nombre pudiera borrar la memoria. En 2008 River colocó una placa conmemorativa. Boca lo hizo en 2018. Demasiado tarde. Demasiado tibio. La tragedia fue barrida bajo la alfombra del negocio futbolero y la complicidad institucional.

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