VIDEO | Se picó: Justin Bieber se indignó y se peleó con los paparazzis que lo acosaban en la playa
En una escena que bien podría ser un déjà vu de los peores años de Britney Spears, Justin Bieber se convirtió en el epicentro de un escándalo la noche del jueves 12 de junio en Malibú, California.
El cantante, de 31 años, explotó como una granada frente a un enjambre de paparazzis que lo acorralaron a las puertas de Soho House, un exclusivo club de la costa.
@pagina.18 Unos días después de raparse, Britney Spears fue acosada de nuevo por los paparazzis. Esta vez, tomó un paraguas y salió de su auto buscando venganza. ¿Qué pasó? Conoce la historia en este video de Página 18. Tras raparse en 2007, Britney Spears y su prima Alli se dirigieron hacia la casa de Kevin Federline en California para intentar que la cantante viera a sus hijos. Previo a su llegada, se detuvieron en una gasolinera y ya la estaban esperando los paparazzis. “No paraban de hacerme fotos con flash con una cámara gigantesca y de grabarme en video a través de la ventanilla del coche, mientras yo estaba ahí, abatida, en el asiento del copiloto, esperando a que Alli regresara. Uno de ellos me hacía preguntas: “¿Qué estás haciendo? ¿Estás bien? Me preocupas”, recordó la cantante en su libro “La Mujer que Soy”. Siguieron su camino a casa de Federline. Tras llegar, Britney volvió a fracasar en el intento de ver a sus hijos y los paparazzis insistieron en acercarse a su coche. Su prima pidió a los hombres que se fueran. “Estaba siendo educada y rogándoles como si tuvieran que perdonarnos la vida; esa era la sensación que daba. Pero ellos no claudicaron y yo grité”, escribió Spears. El acoso continuó. “Al final, estallé. Agarré lo primero que vi, un paraguas verde, y bajé corriendo del coche. No iba a pegarle, porque incluso estando así de mal, no me gusta la violencia. Golpeé lo que tenía más a la mano: su coche”, agregó la cantante. Britney se sintió avergonzada y envió una nota de disculpa a la agencia. “La verdad es que fue patético. Con un paraguas. Con algo así no se hace daño. Fue la reacción desesperada de una persona desesperada”, recordó. El vehículo golpeado por Britney Spears en el 2007 era propiedad del paparazzi Daniel “Dano” Ramos. El fotógrafo conservó el paraguas con el que la cantante atacó su camioneta. “Ella ya nos conocía por estar en la calle. No sabíamos que algo andaba mal. Íbamos a diario hasta que nos dimos cuenta de que lo que estaba pasando en ese momento no era bueno”, recordó Ramos en una entrevista retomada por la revista Cosmopolitan 2. En 2017, diez años después del incidente, se informó que Ramos todavía tenía el paraguas e intentaba subastarlo. #britneyspears #britney #britneyarmy #booktokespañol ♬ Suspense, horror, piano and music box - takaya
Lo que comenzó como un intento de salir discretamente con su equipo de seguridad terminó en una bronca de 11 minutos, cargada de insultos, reproches y un grito desesperado por privacidad. El eco de los 2000 resuena: la industria del chisme, con sus cámaras como armas, sigue devorando la humanidad de las estrellas.
Bieber, vestido con una sudadera azul que apenas dejaba ver su rostro y pantalones caqui, se enfrentó a los fotógrafos que lo rodeaban como buitres.
Según reportes de The Mirror US y Page Six, los paparazzis no solo disparaban flashes, sino que le lanzaban preguntas impertinentes y, en un gesto de cinismo puro, algunos hasta lo felicitaron por el Día del Padre. Lejos de apaciguar los ánimos, ese comentario fue la chispa que desató la furia del canadiense. “No me hablen.
Quítense de mi vista. No me importa si soy famoso o no. Merecen respetarme”, bramó, según un video publicado por TMZ. Sus palabras, cargadas de indignación, eran un eco del colapso mental de Britney Spears, quien en 2007, asfixiada por el mismo tipo de acoso, se rapó la cabeza en un acto de rebeldía y desesperación.
El enfrentamiento escaló cuando los fotógrafos, parapetados en su excusa de estar en “vía pública”, insistieron en grabar. “No me interesa si están en la acera. ¡Soy un ser humano, carajo! Están rodeando mi auto, ¡en la playa!”, vociferó Bieber, su voz quebrándose por la frustración. La mención al Día del Padre lo llevó al límite: “No te conozco. No vas por la calle diciendo cosas a desconocidos con una cámara en la cara”, replicó, según Page Six.
Cuando un paparazzi tuvo la osadía de preguntarle si temía ser deportado por su estatus migratorio, Bieber, blandiendo una linterna contra los lentes de las cámaras, respondió: “Soy un hombre real, con una familia real. Y ustedes están aquí, en mi cara”.
El cantante no escatimó en señalar la podredumbre de la industria que lo persigue. “Provocan, provocan, provocan. Creen que esto es un juego. Sus trabajos dependen de joder a otro ser humano”, les espetó, exigiendo que lo dejaran disfrutar de una noche con su familia.
La escena, grotesca y agotadora, es un recordatorio de cómo los paparazzis, como sanguijuelas, chupan la vida de sus presas para venderla al mejor postor. Britney Spears, en su apogeo, fue destrozada por este mismo circo mediático, que la llevó a un colapso mental en 2008. Bieber, al menos por ahora, parece resistir, pero ¿a qué costo?
Horas después, el artista usó sus redes sociales para lanzar un dardo envenenado. Subió una galería de fotos inéditas cargando a su hijo de nueve meses, Jack Blues, fruto de su matrimonio con Hailey Bieber.
Acompañó las imágenes con un emoji de dedo medio y la frase “ay bay bay”, un mensaje que no necesita traducción. Es su manera de decir: “Sigo aquí, pero no me doblegarán”.
Este episodio no es solo un arranque de una estrella pop; es un grito contra una maquinaria que no ha aprendido nada desde los días en que Britney era cazada como un animal.
Los paparazzis, con su descaro y sus cámaras, siguen siendo los mismos parásitos que lucraron con el dolor de Spears. Bieber, al enfrentarlos, no solo defiende su espacio, sino que nos recuerda que la fama no debería ser una sentencia a la deshumanización.








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